Camino de la Constitución Ciudad de Santa Fe

paseo de la constitución

Introducción

Durante el Paseo, vas a conocer los escenarios en los que se debatió cada parte de nuestra carta Magna. Te vamos a contar la historia del cuadro de los constituyentes del cincuenta y tres, de varias plazas de la ciudad, y también de los blandengues de Santa Fe, prepárate para vivir Santa Fe capital.

El camino a la constitución es un recorrido museológico que integra dieciocho sitios y edificios de valor histórico, cultural, educativo y turístico. Una propuesta que recupera la rica y variada identidad de los santafesinos en la historia cívica de nuestro país.

Para comenzar nuestro recorrido, nos situaremos en el Parque de la Constitución Nacional, ubicado precisamente en Avenida de la Constitución Nacional, que es la continuación de la circunvalación mar argentino y primero de mayo. Cuando llegues a ese lugar, pasa a la próxima vista.

El Parque y Museo de la Constitución Nacional Argentina rinde homenaje a los principios de nacionalidad, ciudadanía, federalismo y república que rigen en nuestro país desde la sanción de la Carta Magna el primero de mayo de mil ochocientos cincuenta y tres. El parque tiene diecisiete hectáreas, emplazadas en un ambiente natural costero con buena accesibilidad y con un hermoso paisaje a la vera del río. El predio está compuesto también por la plaza Cívica. Que fue inaugurada en dos mil catorce, y es uno de los lugares de referencia del parque. La característica de la plaza son sus tres totems. ¿Imaginas qué simbolizan? Representan la división de poderes que rige el sistema republicano, ejecutivo, legislativo y judicial. Los tótems fueron realizados en acero y hunde en su base en la plaza para simbolizar el pueblo soberano. Además, tienen una leve inclinación en señal de respeto.

En el predio también hay un Auditorio, que fue inaugurado en dos mil diecisiete. El lugar cuenta con doscientas noventa butacas, una gran pantalla, escenario, tratamiento acústico, video y proyección, y amplificación sonora. Este edificio tiene las condiciones técnicas para funcionar de manera independiente, y se utiliza como salón de actos, aula de conferencias y de bates, cine y sala para recitales.

Por último, se encuentra el museo. Conozcamos más sobre este lugar que se inauguró el diez de diciembre del dos mil dieciocho. Tiene dos mil noventa y ocho metros cuadrados de superficie cubierta y está compuesto por salas de exposición. Hall, explanada, centro de interpretación, un salón multiuso, depósito, vestuarios sanitarios públicos, oficinas, foier y el Auditorio. Este museo es un espacio narrativo de estímulos visuales y sonoros. Promueve el conocimiento e intenta conmover emocionalmente a los visitantes a lo largo de su recorrido. Los contenidos del lugar se comparten mediante efectos escénicos, lumínicos, programas multimediales y presentaciones audiovisuales. La misión del museo es estimular, profundizar y debatir sobre los derechos fundamentales y los principios que consagra la Constitución Nacional Argentina. De esta manera, se busca construir una ciudad más justa, equitativa, solidaria, participativa y democrática.

El recorrido del museo de la constitución tiene ocho salas. Cada una de ellas fue pensada y realizada para acercar de forma amena la historia de la unción y la agenda de nuestra nación. La primera sala se denomina señales y propone un recorrido a lo largo de la historia por los diferentes códigos que Norman la vida de las personas. La segunda se llama la grieta, y en ella se relata el proceso hacia la constitución, con las disputas entre los unitarios y federales. La tercera se llama bases, voces y propuestas. Y, a través de un debate seccional, expone los diferentes modelos de país, propuestos principalmente por Juan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza. La cuarta sala es retratos de una nación. Y en ella se recupera la figura de mujeres que participaron en la Gesta Constitucionalista. La quinta sala se denomina la ciudad de la Constitución. Y allí se recrea la ciudad de Santa Fe, de mil ochocientos cincuenta y tres. La muestra rememora el ritmo, la vida cotidiana y las costumbres de esa época, a través de los templos, las construcciones coloniales, y las postales que vivenciaron los constituyentes. La sexta sala se llama en una noche de abril, refiriéndose de Juan Francisco Seguí, en respuesta a los argumentos de Facundo subiría, que pretendía postergar la aprobación del proyecto constitucional. La séptima sala se denomina de todos para todos, todos los días. Y remarca la importancia de la constitución en la vida de toda la ciudadanía, remarcando los derechos y garantías presentes. En cada instante de nuestra vida. Y finalmente, la octava sala, que se llama testigos y testimonios. La cual es un recorrido lúdico experiencial que rescata la historia de la constitución nacional inscripta en la trama urbana de la ciudad.

Ahora es tu turno. Recorrer el predio y visita al museo. Cuando termines, te invitamos a transitar por la Avenida Constitución Nacional hacia el norte hasta la siguiente salida. Tomá por calle tres de febrero hasta la plaza veinticinco de mayo, para adentrarte en el casco histórico de la ciudad, donde continuaremos con el recorrido del camino de la Constitución. Cuando estés en la Plaza de Mayo, pasa a la próxima vista.

La Plaza Veinticinco de Mayo: El primer punto que se estableció en la nueva ciudad. Fue primero la plaza pública, y desde este lugar se ordenó el asentamiento según las leyes de Indias. Las leyes de Indias eran un conjunto de leyes sociales, económicas y políticas que debían ser aplicadas en las Indias, que era como se llamaba a los territorios americanos en ese momento. Esas normas establecían un plano de cuadrículas, que sirvió de Padrón para adjudicar a los vecinos sus solares. Cada solar ocupaba un cuarto de manzana y era el lugar que se le asignaba a cada familia santafesina para construir su casa.

Volvamos a la fundación de nuestra querida Santa Fe. Fue durante la conformación de la nueva ciudad que las autoridades civiles y religiosas establecieron sus sedes en las cercanías de la plaza. Aún hoy esa ubicación privilegiada se sigue respetando. La plaza fue el punto de partida de todas las ciudades españolas fundadas en Sudamérica. Desde aquí comenzaba el desplazamiento territorial, y también era la plaza donde se hacían muestras de armas y se organizaba la defensa de la ciudad. ¿Sabías que en el Río de la Plata no había ejército español apostado? Entonces, cuando había algún peligro, se convocaba a los vecinos a exponer sus armas en la plaza. Cada vez que el Cabildo lo requería, los santafesinos ofrecían para su defensa criados, aborígenes y personas esclavizadas.

La plaza también era el escenario de festejos públicos, procesiones religiosas y de pregones que daban las noticias importantes. La vida social y política se sentía y giraba en torno a este espacio público central. Es por eso que aquí también se procedía al trueque y comercio de los productos que llegaban al puerto y al oficio de las misiones, permitiendo a los habitantes adquirir insumos que no se producían en la zona.

A principios del siglo diecinueve, la plaza era un terreno arenoso y sin vegetación, que no se destacaba de las calles cercanas. Con el paso del tiempo, fue sufriendo modificaciones en su diseño y en su nombre. En su origen fue denominada como plaza pública y más tarde, Plaza Mayor. En mil ochocientos dieciséis, con motivo del Congreso de Tucumán se la llamó Plaza Independencia, y en mil ochocientos cincuenta y tres, en homenaje a la asamblea constituyente, le cambió el nombre a la Plaza del Congreso, hasta que en mil ochocientos ochenta y siete se la denomina definitivamente como Plaza Veinticinco de Mayo.

La plaza nunca perdió su impronta. Aún hoy sigue siendo un espacio central y de encuentro para las y los santafesinos, tanto para marchas y protestas como para conmemoraciones y celebraciones. Todos los años es la sede del acto y desfiles patrios por el veinticinco de mayo. ¿Alguna vez recorrieron la plaza? Seguro que sí. Pero hagámoslo juntos.

Dentro de los elementos actuales se pueden observar el monumento a los constituyentes, inaugurado en mil novecientos noventa y nueve. Es una réplica de la Pirámide de Mayo y en cada una de sus caras posee placas de bronce o mármol en conmemoración de los constituyentes y de la sanción de nuestra constitución. El monumento está escoltado por dos mástiles de cuarenta metros de altura, inaugurados el veinticinco de mayo de dos mil dieciocho con la última remodelación de la plaza. En los mismos se izó la bandera provincial y nacional. En la plaza también se encuentran gran cantidad de especies arbóreas y dos fuentes ubicadas en la parte norte. Una simboliza la fauna autóctona, con figuras de bronce que representan los Beauás, y la otra simboliza la flora, con representaciones en bronce de la planta Irupé.

Ahora te invitamos a que camines hasta la calle Tres de Febrero. Te detengas frente a la Casa de Gobierno y pases a la siguiente vista.

La Casa de Gobierno de la Provincia de Santa Fe: También conocida como Casa Gris. Este edificio histórico ocupa uno de los terrenos más importantes de la ciudad, donde en los inicios se encontraba el Cabildo de Santa Fe, antigua sede del poder en la época colonial y donde también funcionaba la jefatura de policía. En ese lugar se realizaba el juramento del estandarte real durante la época colonial, y se firmó la Constitución Nacional en 1853, sentando las bases jurídicas del Estado de nuestro país, con el nombre oficial de Confederación Argentina. De ahí nace el mote de Santa Fe, cuna de la Constitución.

Volviendo a la Casa Gris, en 1897, con las ideas del progreso que invadían a la sociedad santafesina, desde las Legislaturas se propuso la demolición del Cabildo para la construcción de un nuevo edificio más acorde con los tiempos que se vivían. En abril de 1908, se adjudicaba la obra al arquitecto italiano Francisco Ferrari, quien inició inmediatamente la demolición del antiguo Cabildo.

No es menor el dato de Ferrari como responsable de esta obra, ya que también fue el responsable de la actual Casa de la Cultura y un gran exponente de esa época cosmopolita y período liberal de la arquitectura y sociedad santafesina.

El Cabildo tuvo una historia difícil a lo largo del tiempo. La calidad de los materiales que se utilizaban, que era el adobe, había escasísima piedra, y a la vez la pobreza que la ciudad tenía, que no permitía utilizar recursos para el edificio.

Recién a comienzos del siglo diecinueve, exactamente en 1809, se comienza a construir el edificio que vemos en numerosas fotografías y que tiene una notable relevancia para la historia nacional y provincial. En primer lugar, la belleza del edificio, que ocupaba más o menos la mitad de la manzana, pero ubicado en el centro de la misma. Tenía dos pisos, y a lo largo de ambas plantas contaba con unos arcos muy bonitos, siete en total, y con un corredor o balcón muy amplio en la planta superior.

En su interior estaba la Sala Capitular, que era el sitio más importante, porque allí sesionaban los cabildantes, había otros cuartos y las celdas. En ese edificio se realizaron las sesiones correspondientes a la Constitución Nacional de 1853, 1860 y 1866, y la Convención Nacional de 1828-1829, así como el Pacto Federal de 1831.

La demolición se llevó a cabo en 1908 bajo el gobierno de Pedro Echagüe. La construcción del nuevo edificio de gobierno duró diez años. El diseño es una mezcla de diferentes corrientes arquitectónicas, lo que se denomina como un estilo ecléctico con predominio francés e italiano. Es similar a los palacios franceses, y eso se puede apreciar, sobre todo, en la fachada que se organiza en franjas horizontales realizada con piedras traídas desde la Patagonia y con ejecución del ojo de buey.

La edificación posee una simetría exacta, es decir, que una mitad del edificio es exactamente igual a la otra mitad, solo que en forma opuesta. Entre los detalles marca de esa época está la escalera de mármol de Carrara. Sobre su descanso podemos encontrar la antigua campana del Cabildo, que fue tomada como prenda de Zaqueo por el ejército del general Eustaquio Díaz Vélez, en épocas de las luchas por la autonomía provincial. Esa campana hoy es un símbolo del federalismo y fue restituida a la provincia en 1986, cuando se cumplía el bicentenario del nacimiento del brigadier general, Estanislao López.

La función de la campana en los cabildos era alertar a los vecinos en caso de ataques y convocar a los ciudadanos a las celebraciones que se hacían en la plaza. A los laterales del hall central hay dos patios interiores, rodeados de galerías, y en la planta alta se encuentra el Salón Blanco, que está ubicado, aproximadamente, donde habría estado la Sala Capitular del Cabildo. Fue ahí donde los constituyentes trabajaron en la sanción de nuestra Carta Magna.

De nuevo, en la planta baja, en el patio del ala este, hay una fuente con el escudo de la provincia de Santa Fe en el centro. ¿Sabes cómo es el escudo de nuestra provincia? El escudo provincial tiene diecinueve estrellas, que representan los departamentos en los que está dividido el territorio santafesino. Los gajos de laurel representan la autonomía provincial y la cinta celeste y blanca recuerdan las guerras de la nación y sus victorias. En el medio hay dos flechas cruzadas hacia abajo y una lanza hacia arriba, unidas por una cinta roja. La cinta representa la divisa punzó, símbolo del federalismo, aunque sobre el significado de las flechas y lanza hay cierta polémica. Esas armas representan la victoria del hombre blanco sobre las poblaciones indígenas, y por ese motivo, se han presentado varios proyectos legislativos que buscan modificar el escudo.

Si recorremos la Casa de Gobierno, vamos a ver en los pasillos varios escudos provinciales que tienen dieciocho estrellas. Eso es porque fueron colocados cuando se construyó la Casa Gris, antes de que se agregara el Departamento Nueve de Julio.

Salgamos de la Casa Gris, ahora avanza hacia el este, a la intersección de Calle Tres de Febrero y San Martín. Allí te encontrarás con el Museo Histórico Provincial Brigadier Estanislao López.

Museo Histórico Provincial Brigadier Estanislao López: El museo se encuentra en un edificio que es un valioso testimonio de arquitectura civil del período colonial. Aunque sufrió algunas transformaciones en el siglo XX, los ocho cuartos que se conservan permiten observar y documentar detalles constructivos de la época. Este lugar se conoce como la Casa Diez de Andino, la más antigua de la ciudad. Entre los primeros dueños del terreno figura Francisco de Oliver Altamirano, quien construyó la primera tira de habitaciones en 1662. En 1742, fue adquirida en una subasta por Bartolomé Diez de Andino, un comerciante exitoso que vivió aquí junto a su familia. En 1767, la vivienda quedó para su hijo Manuel Ignacio Diez de Andino, quien escribió muchas de sus crónicas desde estas galerías.

Con el paso del tiempo y las sucesivas particiones hereditarias, la casa se fue fragmentando. En 1870, se demolió la parte de la esquina y se construyó en su lugar un edificio de dos plantas, que ocultaba la construcción colonial, hasta que el sector de la casa fue expropiado como parte del plan de obras del Parque General Belgrano durante el gobierno de Manuel María de Iriondo en 1940. Iriondo decidió, por decreto, que no se demoliera la estructura y que allí se debía instalar el Museo Histórico Provincial Brigadier Estanislao López, inaugurado en 1943.

Este museo fue inaugurado con la intención de resaltar el lugar central de Santa Fe en la historia argentina, desde la conquista. En sus salas se exhiben diversos testimonios de la historia argentina y provincial de los siglos XVIII, XIX y XX. La colección abarca aproximadamente dos mil piezas, como pinturas, muebles, imágenes, fotografías, vestimentas y documentos históricos. Una de las salas está dedicada a la Constitución Nacional. Entre los objetos que conserva el museo se van exponiendo de forma rotativa, como el sello de plata con el escudo nacional del Congreso General de la Confederación Argentina, uno de los sillones de los constituyentes, el escudo de material que presidía la fachada del Cabildo, el retrato al óleo de Justo José Urquiza, elementos de vajilla de la época y un boceto de Antonio Alice del cuadro "Los Constituyentes del 53".

En este museo, se pueden observar detalles interesantes de la arquitectura colonial, como el sistema de construcción de viviendas mediante el sistema de barro encofrado, típico de la arquitectura colonial. También se destaca que todos los muros portantes son de tierra apisonada o tapia, y el adobe solo se utilizó en los muros divisorios entre habitaciones que no tenían función estructural.

Cuando termines de recorrer el museo, si estás caminando, puedes dirigirte hacia el sur, cien metros hasta la intersección con la calle Amenábar, donde encontrarás el Museo y Convento de San Francisco. Si te encuentras en auto o bicicleta, toma la calle Tres de Febrero hacia el oeste y luego gira en San Jerónimo para volver a girar en la calle Amenábar. Al llegar a la esquina, podrás pasar a la siguiente vista.

Museo, Convento e Iglesia de San Francisco: La construcción del conjunto franciscano se inició con un primer templo a mediados del siglo XVII, cuando se trasladó la ciudad. En 1673 comenzó a levantarse el templo que se conserva hasta hoy y que fue terminado en 1688. Hacia finales del siglo XIX, el frente del edificio fue modificado con un trazado italianizante. Entre 1949 y 1952, ya habiendo sido declarado Monumento Histórico Nacional, el arquitecto Mario Busquiazo, apoyado en la documentación gráfica, devolvió al conjunto su aspecto original.

Desde el punto de vista arquitectónico, la iglesia tiene forma de cruz latina con una sola nave con galería en el lateral derecho. Los muros fueron construidos con el sistema de tapia reforzada con hiladas de piedras y sobre cimientos del mismo material, revocados con barro y encalados. Las cubiertas de tejas se apoyan sobre horcones de madera incorporados a la tapia. El artesonado del cielo raso del templo, hecho enteramente de maderas traídas desde Paraguay, tales como cedro, lapacho, algarrobo y quebracho colorado, está ensamblado únicamente mediante el sistema de encastre. El coro de estilo barroco está trabajado con la misma calidad artesanal y está sostenido por treinta y seis ménsulas. En él se encuentra un piano que data de 1902.

En el templo se pueden ver varias imágenes religiosas, como la Inmaculada Concepción, ofrendada en 1642 por Jerónima de Contreras, la hija de Juan de Garay. Otras imágenes destacadas incluyen el Nazareno, donado en 1653 por la reina Ana de Austria, y San Benito de Palermo, el primer santo de raza negra. También se encuentra la imagen de San Francisco de Asís, el estigmatizado, traída desde el Perú en 1724. En el templo se encuentra una urna con los restos del brigadier Estanislao López y de Josefa Rodríguez del Fresno, su esposa, junto a una lápida enviada por Juan Manuel de Rosas en prueba de su amistad con el brigadier. Esta lápida fue rota a culatazos por enemigos de Rosas durante su traslado a Santa Fe.

Junto a la iglesia, se ubica el Convento de San Francisco, que incluye un patio rodeado por corredores y celdas, sostenidas por importantes columnas labradas a mano. En la parte delantera del complejo, ubicado en las antiguas celdas de los frailes, se encuentra el museo inaugurado en junio de 1946. La atracción principal del museo es la sala de los constituyentes, que evoca la escena de la sanción de la Carta Magna programada por el Cabildo. En el lugar se encuentran los sillones, mesas y demás mobiliario original que se utilizaron en 1853, así como las esculturas en tamaño real de cada uno de los constituyentes que vinieron a Santa Fe. En el piso de la sala descansan los restos de Antonio Alise, autor del cuadro "Los Constituyentes del 53". En la actualidad, la obra original se encuentra en el Congreso de la Nación.

El museo también cuenta con elementos valiosos como cuadros, vestimentas, utensilios de uso diario, muebles y cobres, entre otros objetos pertenecientes a la orden franciscana. En el museo, podrás observar las huellas del zarpazo del tigre en la mesa donada por la hija de Juan de Garay, una historia particular que ocurrió hace unos doscientos años.

Cuando termines de recorrer el convento, te invitamos a que vuelvas circulando por la calle San Martín. Frente a la plaza nuevamente encontrarás el Colegio de la Inmaculada Concepción. Ahí podrás pasar a la siguiente vista.

Colegio Inmaculada Concepción: El imponente edificio del colegio Inmaculada Concepción pertenece a la orden de los Jesuitas. El primer antecedente de la orden Jesuita en la provincia tiene lugar en la antigua Santa Fe, cuando de paso hacia Tucumán y provenientes de Brasil, permanecieron tres meses en la ciudad y comenzaron a evangelizar. En 1610, los Jesuitas llegaron a Santa Fe y se instalaron levantando un templo y un colegio junto a la plaza principal. Aquí comenzaron a impartir la enseñanza elemental, que incluía la lectura y escritura, y dictaron talleres de artes y oficios, principalmente a la población originaria de la región. De esta manera, se convirtió en el colegio más antiguo del virreinato.

Luego del traslado de la ciudad, entre 1650 y 1660, los jesuitas reconstruyeron sus instalaciones respetando el trazado original de su antiguo emplazamiento, y continuaron con la labor educativa. Además, desarrollaban el oficio de las misiones y abastecían a la comunidad jesuita y a los habitantes de Santa Fe con productos como la yerba mate.

En 1767, bajo orden real, los jesuitas fueron expulsados de estas tierras y sus bienes confiscados por la junta de temporalidades que los transfirió a la congregación de mercedarios a fin de que mantuvieran la educación formal en la ciudad. Durante el período que los jesuitas estuvieron ausentes del territorio nacional, sus instalaciones fueron utilizadas por el estado que comenzaba a organizarse. En 1853, cuando Santa Fe se formó como sede del Congreso Constituyente, varios de los constituyentes fueron alojados en las antiguas celdas jesuitas.

En 1862, los jesuitas recibieron autorización para regresar a América, y ese mismo año reabrió sus puertas el colegio de la Inmaculada Concepción. A partir de entonces, inició una nueva etapa de formación humanística, estudio y desarrollo de las ciencias. El viejo edificio es de estilo colonial, con techos a dos aguas y una huerta con predominio de naranjos. En 1917, dio paso al edificio actual de dos plantas con reminiscencias góticas.

En la manzana lindera al este, en 1948 comenzaron las obras del Club Ateneo Inmaculada, que tuvo la primera piscina cubierta climatizada construida fuera de Buenos Aires. También, en este colegio funcionó por mucho tiempo un Observatorio Meteorológico que comenzó sus registros en 1883 y brindaba la hora oficial a Santa Fe y a localidades cercanas, incluyendo la ciudad de Paraná.

Otro hecho destacado de la manzana jesuítica de Santa Fe ocurrió en 1964 y 1965 cuando el colegio recibió a un maestro que dio clases de lengua y literatura. Este maestro era Jorge Mario Bergoglio, el actual Papa Francisco.

Otro ilustre visitante fue Jorge Luis Borges, quien dio un cursillo de literatura gauchesca en el colegio. Cuando termines con el colegio Inmaculada, te invitamos a trasladarte a la esquina de General López y Nueve de Julio. Allí encontrarás la Casa del Brigadier, que es nuestra próxima vista.

Estamos en la casa del brigadier, el caudillo santafesino. Está en Isla López, nació y murió en la ciudad de Santa Fe. Hizo sus estudios en la escuela San Francisco. Participó de las luchas de independencia bajo el mando de Manuel Belgrano y gobernó la provincia desde 1818 hasta 1838. Inteligente Guerrero fue uno de los referentes del partido federal y abogó sin descanso por organizar el país. Durante su mandato como gobernador, firmó veintitrés tratados, entre los que se destacan aquellos que constituyen la Piedra Angular del proceso de organización que la constitución del cincuenta y tres, junto a otros, menciona en su preámbulo como los pactos preexistentes.

Este lugar perteneció hasta 1792 a la orden de los mercedarios. En la parte conocida como ranchería del convento, se encontraban las dependencias de servicio y viviendas de los esclavos. En 1810, el general Manuel Belgrano, en camino a la expedición libertadora del Paraguay, se detuvo en Santa Fe para reclutar soldados y conseguir recursos para la misión emprendida. En estas circunstancias y ante el pedido de los vecinos, autorizó la venta de los terrenos y ruinas que dejó la orden, para continuar el edificio de casas capitulares y cárceles.

Fue de esa manera que el Protomédico Manuel Rodríguez adquirió parte de los terrenos en 1812 y construyó la casa para que fuera habitada por su hija, Josefa Rodríguez del Fresno, junto a su marido, el brigadier López. En ese paso de Belgrano por Santa Fe, Stanislago López, siendo muy joven, se alistó junto a otros blandengues y así inició su participación en la lucha por la independencia.

Luego de la muerte del caudillo, la casa permaneció ocupada por su esposa, Josefa Rodríguez, del Fresno, quien falleció en 1850, y allí continuó en posesión de sus descendientes. En septiembre de 1852, el general Urquiza llegó a Santa Fe para inaugurar el Congreso. Se alojó en esta casona, y allí se realizó la fiesta de recepción.

A partir de 1872, el nuevo propietario Daniel de la Torre adaptó el edificio al gusto de la arquitectura italianizante de la época. El friso superior luce medallones de figuras antropomórficas. Es la única decoración. Los balcones muestran las barandas de hierro forjado y la ochava revela la adecuación del edificio a la nueva realidad urbana.

Las habitaciones principales se comunican entre sí rodeando el primer patio, el segundo conserva la estructura original con elementos típicos de la arquitectura colonial. En su interior se destacan el algibe, en el que se ve el trabajo de herrería y el brocal que está revestido con azulejos franceses. La habitación donde falleció el Patria de la Federación, ubicada en el patio principal, y los muros de Tapia del convento de los mercedarios se encuentran después de atravesar el segundo patio.

El edificio tuvo diferentes usos según la época, incluyendo ser una imprenta, tribunales y sede del archivo histórico provincial.

Seguimos con el camino de la constitución, hacia el siguiente punto ubicado en general López, entre cuatro de enero y Urquiza. Allí funciona la Legislatura de la provincia de Santa Fe.

Estamos frente al Palacio Legislativo. Antiguamente, en este terreno se emplazó la vieja aduana. Originalmente, la construcción era propiedad de don Prudencio María Gastañaduy, quien fue tendiente de gobernador de Santa Fe. En 1793 la vendió al gobierno para instalar la Tesorería, la aduana y la administración.

En el siglo diecinueve, decidieron demoler el edificio debido al deterioro que presentaban las instalaciones y el predio se transformó en la Plaza Pringles. El 20 de octubre de 1911, el consejo municipal dicta la ordenanza número 1184, por la cual entregaba al superior gobierno de la provincia el terreno para la construcción del palacio legislativo.

El entonces intendente Edmundo Rosas recomendó a los encargados de la construcción el mayor cuidado en la conservación de las plantas y demás adornos de la plaza. El edificio se concentra alrededor del gran hall de ingreso. Las dos cámaras, la de diputados y la de senadores, están en cada uno de sus lados. Los dos recintos de sesiones tienen un refinado tratamiento ornamental y materiales nobles.

Otro detalle arquitectónico importante es el Vitro reemplazado en el hall. En el recinto de la Cámara de Diputados se puede apreciar la constituye guion guía al pueblo, cuadro de los constituyentes de 1853, un lienzo recreado por el destacado artista porteño Guillermo Rose en homenaje al mayor hito institucional de la historia republicana.

En una oportunidad, Rose viajó a Santa Fe invitado por autoridades de la Cámara de Diputados, con el fin de proponerle crear una obra en reemplazo del cuadro de los constituyentes de Antonio Alice. El artista aceptó la propuesta y lo consideró un gran honor por la oportunidad de recrear ese momento histórico y porque Alice había sido maestro de su padre.

Su obra comenzó como un collage de papeles atinados de diferentes tamaños, a modo de que se produjeran manchas y tonalidades. Una vez delineado el primer bosquejo, moldeó las figuras en arcilla para la realización de una maqueta que permitió visualizar en tres dimensiones. El mural más grande que el cuatro de Alice le demandó a Rose casi tres años de trabajo. Lo terminó a los ochenta y cuatro años. Él piensa su obra como algo con vida propia, la que solo hay que seguir porque ella va señalando el camino.

Por otra parte, en el recinto de la cámara de senadores se puede observar un cuadro de Juan Arancio, que evoca el acto fundacional de la primitiva Santa Fe.

Cuando termines de disfrutar de las obras y la arquitectura de este edificio, te invitamos a que salgas y cruces cuatro de enero hasta el museo Rosa Galisteo de Rodríguez. Cuando estés ahí, pasada la próxima vista.

El Museo Provincial de Bellas Artes, Rosa Galisteo de Rodríguez, nació por iniciativa personal de un destacado Santafesino, Martín Rodríguez Galisteo. En 1918 comenzó a construir el edificio. Cuatro años más tarde, donó al Estado Provincial bajo dos condiciones, que su destino fuese albergar al museo y su biblioteca, y que llevara el nombre de su madre. Además, pidió que el nuevo museo fuera destinado a alojar arte argentino y de designar él mismo su primer director.

Donó también un conjunto de obras de artistas europeos del siglo diecinueve. Así fue que el 25 de mayo de 1922 se inauguró el Museo Provincial de Bellas Artes, Rosa Galisteo de Rodríguez, primer espacio público del arte en la ciudad de Santa Fe. Desde sus comienzos, aquí se realizaron importantes exposiciones que fueron verdaderos hitos culturales para el país, entre ellas la de Benito Quinquela Martín en 1931. Además, diversas figuras de la cultura de nuestro país pasaron por sus salas, entre los que se destacan Jorge Luis Borges y Manuel Mujica Lainez.

El Museo Provincial de Bellas Artes, Rosa Galisteo de Rodríguez, cuenta con más de dos mil quinientas obras que abarcan los momentos claves del arte argentino del siglo veinte. Este lugar posee los bocetos y maquetas originales que creó Antonio Alice, como estudio de su obra, "Los Constituyentes de 1853." Las mismas revelan la atención que el artista puso en la reflexión y tratamiento del argumento de la obra.

En un lienzo de 5.40 metros de ancho por 3.60 de alto, Antonio Alice representó la asamblea nocturna del 20 de abril de 1853, donde se abogó por la sanción de la constitución nacional. Para organizar su trabajo, confeccionó un cuadro sinóptico que le permitió reconocer a sus veinticinco personajes tal como actuaron, con su aspecto físico, edad, particularidades e idiosincrasia.

Su desvelo fue tal que para la concepción del cuadro llevó a cabo los más alocados y raros métodos. Pintaba de noche, a la luz de las velas, porque debía interpretar la misma luz nocturna de las candelas en esa noche del 20 de abril. Persiguió y abordó transeúntes que creía con algún parecido a los próceres que debía representar. Para imitar los rasgos de Subiría, por ejemplo, acometió en un tranvía al ingeniero Antonio Restaño, que luego accedió a posar para él, y se contactó con parientes de otros constituyentes para que pudieran servirle de modelos.

Vivió en nuestra ciudad e investigó su clima, la luminosidad horaria, las costumbres de su gente, acopió bibliografía y finalmente experimentó con ayuda de maquetas, muñecos en miniatura y tenue destellos de vela, la realización artificial de una sesión dentro de una caja a la cual espiaba como un voyeur a través de una hendija.

La gobernación de Santa Fe le encomendó la tarea en 1922. Antonio Alice no era solo un pintor, era un creador, un compositor juicioso de los colores y las formas. Su genio y su entusiasmo lo llevaron a sumergirse en un mundo del pasado.

A medida que el tiempo transcurría y se abrían más sus conocimientos, aumentaban las preguntas, las cuestiones, las ansias de conocer y el sueño de concebir un reflejo fiel al modelo. Pasaron doce años para que Alice terminara su magnífico cuadro. Las autoridades de la provincia ya no eran las mismas, y las nuevas no estaban dispuestas a comprarlo.

El pintor ofreció su obra al gobierno nacional que gustosamente pagó el precio solicitado: setenta y cinco mil pesos. Hoy, la pintura se encuentra en el salón de los pasos perdidos del Congreso Nacional. En 1944, el gobierno provincial adquiere el conjunto de bocetos que se pueden ver en la Pinacoteca del Museo Provincial de Bellas Artes, Rosa Galisteo de Rodríguez.

Una vez que salgas del museo, dirígete por calle Cuatro de Enero hacia Moreno. Dobla hacia el este y dirígete hasta la altura del 2542. Allí encontrarás la casa de Manuel Leiva.

Nos encontramos frente a la vivienda de uno de los protagonistas que tuvieron esas jornadas históricas durante el Congreso Constituyente de 1853. Nos referimos a la casa de Manuel Leiva. Conozcamos un poco más.

Manuel Leiva nació en la localidad de Coronda, en 1794. Fue un abogado y político argentino, de larga trayectoria opositora a Juan Manuel de Rosas, y miembro de la Convención que sancionó la Constitución Argentina de 1853, representando a Santa Fe, junto a Juan Francisco Seguí. Era hijo de don Justo Leiva y doña Mercedes Cabral.

Cursó estudios en la ciudad de Santa Fe y más tarde en Córdoba, donde fue becario del Real Seminario de Nuestra Señora de Loreto, al que ingresó el 23 de febrero de 1811, y donde fue condiscípulo de los hermanos Pío Isaac, Tadeo Acuña, José Manuel Bustos, los hermanos José María y Julián Paz, entre muchos otros. De allí egresó en el mes de marzo de 1814.

Una vez finalizados sus estudios, se estableció como comerciante en Santa Fe. En 1824 fue elegido diputado provincial, pero tras participar en una conspiración para derrocar al gobernador Estanislao López, fue arrestado. Al recuperar la libertad, se estableció en Paraná. Fue secretario de la Legislatura, cuyo presidente era el joven Justo José de Urquiza, y escribió en defensa del federalismo en contra de la constitución unitaria de 1826 en un periódico local.

Cuando la liga unitaria del interior fue derrotada en 1831, se incorporaron al Congreso los representantes de las Provincias del Interior y se dispusieron a organizar el país. Pero la presión de Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires, con el argumento de organizar primero las provincias y después el país, retrasó la discusión.

Molesto por el atraso, Leiva escribió varias cartas a los gobernadores pidiéndoles apoyo para apresurar la sanción de una constitución. Años más tarde, fue ministro del gobernador de Santa Fe, Domingo Crespo, y después de la batalla de Caseros, se trasladó a Buenos Aires, donde ayudó a Urquiza a organizar la reunión de gobernadores que firmó el acuerdo de San Nicolás. Allí firmó el pacto en nombre del gobernador santiagueño Manuel Taboada.

Fue elegido diputado a la Convención constituyente por su provincia y por la provincia de Catamarca, pero aconsejó a esta última nombrar en su lugar a Pedro Ferré. Desde 1854 fue diputado y luego senador nacional, defendiendo todas las iniciativas del presidente Urquiza. Regresó a Santa Fe en 1866, donde se dedicó a apoyar sin críticas al gobernador liberal Nicasio Oronio. Tras la caída de este, tuvo un papel muy secundario en la política de la época de Simón de Iriondo.

Tras el asesinato de Urquiza, se retiró de toda actividad política y murió en Paraná en agosto de 1879.

Manuel Leiva participó intensamente en la política Santafesina. Su primer dato, el primero que registramos, es que estuvo a favor de Mariano Vera en la Revolución de 1818. Más tarde fue diputado provincial, intentó una revolución contra Stanislao López, que le supuso el exilio en Paraná, y allí inició una relación intensa con Justo José de Urquiza, que en ese momento presidía la Legislatura de Entre Ríos. Regresó a Santa Fe para ser miembro de la Convención Nacional de 1828-1829, siendo un colaborador estrecho de López.

En 1831, cuando se reunieron nuevamente las provincias federales, Manuel Leiva representó a la provincia de Corrientes, específicamente a Pedro Ferré, que era su gobernador. Más tarde, siempre bregando por lograr una constitución federal, Leiva hizo un cuestionamiento muy fuerte a la figura de Rosas y eso le valió un posicionamiento muy difícil, a pesar de que pudo continuar colaborando con López y luego con Domingo Cullen.

Manuel Leiva se trasladó a Buenos Aires y volvió a colocarse al lado de Urquiza para colaborar en esos años con la organización definitiva. Luego, en 1853, fue elegido como diputado de Santa Fe al Congreso Constituyente. Concluida la dictación de la constitución, participó en la configuración como diputado y como senador. Siempre vinculado estrechamente a Urquiza, y aún después de Pavón, continuó colaborando con él. En 1866 regresó a Santa Fe y tuvo un acercamiento al partido de Nicasio Oronio. Finalmente, en 1879, falleció en la ciudad de Paraná.

Continuamos nuestro recorrido por calle San Martín, con dirección al norte, hasta la altura de 1936, allí es nuestro siguiente punto, el Club del Orden.

Luego de la batalla de Caseros empezaron nuevos tiempos. En ese contexto llegaron a Santa Fe los Patriotas que iban a sancionar la Constitución Nacional. En ese clima de fervor patriótico y anhelos de organizar el país, se gesta la idea de fundar un club que concitara las inquietudes de la época, orden y progreso.

De esta manera, el 27 de febrero de 1853, un grupo de vecinos de nuestra ciudad, junto a los diputados constituyentes que estaban redactando la Constitución, se reúnen bajo la iniciativa de don José María Cullen. Este último, dos meses antes, había integrado en Buenos Aires la Comisión Fundadora del Club del Progreso, el primer Club Social del país.

Tras la convocatoria de Cullen, queda establecido y fundado el Club del Orden, que en su acta fundacional dice: "Es el club un ensayo práctico del principio de asociación entre los miembros de una sociedad que comienza a disfrutar los beneficios de la quietud y de la seguridad individual."

A poco de fundarse el club, el presidente de la Confederación, el general Urquiza, envió a su Ministro de Hacienda, Mariano Fragueiro, a Santa Fe, a debatir en sesión extraordinaria los proyectos sobre impuestos territoriales, impuestos de protección a las industrias nacionales y creación del Banco Nacional, que fueron aprobados. Durante su visita, el ministro fue nombrado socio honorario y en agradecimiento realizó la donación de una importante obra que actualmente integra la biblioteca del club, la Biblia Vulgata latina del autor Felipe Scio de San Miguel, obispo de Segovia.

En este tiempo se resolvió colocar diariamente en la puerta del Club del Orden una pizarra con información de entrada y salida de barcos y cotización de los frutos del país, lo que significa el antecedente ilustre de la bolsa de comercio.

¿Sabías que este lugar es considerado como el club de los constituyentes? Con el correr de los años se declararon socios honorarios a Urquiza, Mitre, Derqui y a los constituyentes de 1853, de 1860, y recientemente a los diputados constituyentes de 1904. Es el club más antiguo del interior del país. El mismo conserva intactas el acta de fundación, todas las Actas de Asambleas y las Actas de reuniones de comisión directiva, que desde 1853 hasta el presente suman más de cuatro mil.

Cinco fueron las sedes del Club del Orden a lo largo de sus más de ciento cincuenta años. La primera fue la casa de los Crespo, siguieron las de Pepe Aldao, José María Iriondo y Rosas Echagüe, esta última destruida en un atentado durante la convulsionada década del setenta. A partir de allí, el club compró la casa del señor Francisco Iturraspe Rodríguez Galisteo, donde funciona su sede actual.

Ahora te proponemos hacer media cuadra hacia el norte, donde inicia la peatonal, para conocer el Teatro Municipal Primero de Mayo.

La inclusión del Teatro Municipal Primero de Mayo dentro del camino de la Constitución tiene tres razones. Una simbólica relacionada con su nombre, otra anecdótica por una significativa curiosidad de su decoración, y la tercera razón está en el orden del acontecimiento, porque en él se entregaron los diplomas a los diputados constituyentes de 1994.

Pero ahora vamos a su historia. Estamos frente al Teatro Municipal Primero de Mayo, una de las joyas de Santa Fe capital. La obra fue inaugurada el 5 de octubre de 1905 con la ópera "La Gioconda" de Ponchielli.

¿Pero qué llevó a la construcción del teatro? A principios del siglo XX, Santa Fe vivía tiempos de modernización y con una clase media y alta que demandaba un consumo cultural de características europeas. Pedían productos que iban de la mano de los gustos de los inmigrantes italianos y españoles, con preferencias dramáticas y musicales, como operetas, comedias y dramas protagonizados por divos y capocómicos del teatro europeo y nacional. Fue así que nació este teatro.

En 1903, la municipalidad y el gobierno provincial acordaron llevar adelante el proyecto para la construcción de un teatro en la capital santafesina. Se adquirió el terreno y se encargó la obra al arquitecto de origen francés Augusto Plou.

Recién en 1918 recibió la denominación de Primero de Mayo. El nombre rinde tributo al pronunciamiento de Urquiza contra Rosas y a la sanción de la Constitución Nacional. Su arquitectura responde al estilo Luis Quince. La fachada presenta varias estatuas sobre motivos relacionados con la música.

El espacio contiene tres salas. La más amplia es la denominada sala mayor con capacidad para ochocientas personas. Luego, la sala Marechal con capacidad para doscientas cincuenta personas, inaugurada en 1970, y la tercera sala se utiliza para ensayos de ballet. Además, también contiene el Museo del Teatro.

La última remodelación que se le hizo al edificio fue en el año 2004, como preparativos para lo que fue el centenario de su inauguración.

En 2011, fue declarado Monumento Histórico Nacional y bien de interés Histórico-Artístico. Te invitamos a seguir con el paseo siguiendo la peatonal San Martín hacia el norte hasta llegar a la cortada Falucho, donde al doblar a la derecha y llegar a la calle 25 de Mayo encontrarás el siguiente punto de este recorrido: el Hotel Castellar.

El Hotel Castelar está ubicado en 25 de Mayo 2331. El lugar fue construido entre 1942 y 1944, y albergó algunos de los constituyentes de 1957, así como a gran parte del bloque de la Unión Cívica Radical que integró la Convención Constituyente de 1994.

Para la Reforma de 1994, la capacidad hotelera de la ciudad no era la misma que en 1957. Durante la última convención, en la sala del Hotel Castelar se realizaron las reuniones políticas y de trabajo de la UCR. El ex presidente Raúl Alfonsín se hospedó en la habitación número 121 del primer piso. Los propietarios y el personal del hotel recuerdan su dedicación al trabajo, las largas sobremesas con amigos y correligionarios, y el buen trato dispensado.

Para el siguiente punto, nos dirigiremos al puerto de Santa Fe. Te proponemos que continúes por calle Rivadavia hasta la intersección con calle Tucumán y dobles hacia el este para llegar a la zona portuaria.

Santa Fe es considerada la ciudad puerto más antigua del país. Desde su fundación, se pensó como una encrucijada y punto de encuentro entre rutas comerciales. Además, sirvió como freno para el avance de los aborígenes del monte chaqueño. Con el tiempo, el puerto de Santa Fe sufrió modificaciones y desempeñó múltiples funciones según los requisitos del desarrollo y crecimiento de la ciudad y la región.

En 1736, Santa Fe recibió el privilegio real de ser el puerto único y preciso de todo el transporte fluvial y terrestre que circulara por la zona. Durante la Convención Constituyente de 1853, el puerto fue el punto de llegada de personalidades destacadas, aunque en ese entonces era bastante precario. Posteriormente, el puerto fue mejorado y, en 1904, se comenzó a construir el actual puerto, que fue inaugurado el 1 de enero de 1911.

Después de explorar el puerto y los paseos que ofrece, te invitamos a retomar la avenida Rivadavia hasta llegar a La Rioja. Continúa caminando por La Rioja al oeste hasta llegar a la peatonal San Martín, donde encontrarás la Basílica Nuestra Señora del Carmen.

Estamos frente a la Basílica Nuestra Señora del Carmen. Este templo se construyó a mediados del siglo diecinueve, cuando la ciudad comienza a extenderse hacia el norte y los inmigrantes que llegaban se aglutinaban en la zona de la costa. En ese momento, el presbítero José Doldán decide la construcción de la que se denominó la iglesia del puerto. La edificación de la Capilla se inició en mil ochocientos sesenta y cinco, pero las obras se paralizaron en mil ochocientos setenta y uno. Pasaron dieciséis años hasta que Jonás Larguía le dio un nuevo impulso y el templo se inauguró en mil ochocientos ochenta y nueve. De hecho, Larguía, quien además es autor de la obra del viejo Congreso de la Nación, falleció en nuestra ciudad en mil ochocientos noventa y uno. Y sus restos descansan dentro de la Basílica. Tras su muerte, el arquitecto Juan Bautista Arnaldi, autor de las catedrales de Paraná, Rosario y La Rioja, ejecuta la fachada actual que tiene la obra. Entre los detalles del lugar se destacan la ornamentación de los frescos de la bóveda, que fue encomendada al artista Juan Cingolani, pintor personal del papa León trece y Pío diez. Mientras que la decoración fue llevada a cabo por el escultor Francisco Marinaro, restaurador de la Capilla Sixtina de Roma. Esta iglesia forma parte del camino de la constitución, porque aquí se encuentra el antiguo reloj del Cabildo, el cual puede ser observado en la torre oeste. El reloj había sido colocado en el Cabildo en mil ochocientos ochenta y seis. Más precisamente empotrado en una torre de dos cuerpos, que se construyó en mil ochocientos setenta y siete. Para tener una fachada similar al Cabildo de Buenos Aires. Tras la demolición de la torre del Cabildo, el reloj fue trasladado a la iglesia. El templo fue declarado Basílica por la Santa Sede, el seis de agosto de mil novecientos ochenta y seis, y en abril de mil novecientos noventa y seis fue de monumento histórico provincial.

Sigamos con el paseo. Tomemos ahora hacia el norte, por calle San Martín. Hasta la intersección de calle Hipólito Irigoyen. Doblando hacia el este, hasta calle Rivadavia encontraremos la Plaza España. Cuando llegues, pasa a la próxima vista.

Estamos en la Plaza España, ubicada prácticamente en el corazón del centro Santafesino. Lo que actualmente es este espacio, en la segunda mitad del siglo diecinueve, era la puerta norte del barrio del puerto, y, en tiempos coloniales, la esquina suroeste de la Chacarita de los Jesuitas. Para el tiempo de la Convención constituyente de mil ocho cincuenta y tres, En su lugar existía un terreno agreste, que la voz popular bautizó como plaza de las carretas, porque servía de estacionamiento de carros que transportaban madera y carbón. El terreno había sido donado por el gobernador Echahue, al gobierno de la provincia, para fundar una plaza para mercado de frutos del país.

La Plaza del Congreso reemplazó el nombre de Plaza Mayor, hoy veinticinco de mayo, La Plaza de la Libertad es la que conocemos como Plaza San Martín, y apenas bosquejado un tercer espacio de plaza sin designación, que hoy llamamos Plaza España. Es notoria la vinculación entre ese espacio y el puerto. Lugar de gran actividad por entonces. El llamado Puerto Viejo estaba ubicado sobre calle Jujuy, hoy Rivadavia, entre La Rioja y Tucumán. A ese puerto, se llevaban mercaderías para embarcar en naves de cabotaje y luego transportar al puerto de Rosario.

Los carruajes conducidos por caballo se estaciónaban a solo trescientos metros, razón por lo cual el espacio que nos ocupa se lo conocía como Plaza de las Carretas. Su tamaño era mayor que el de hoy, tenía dos manzanas ubicadas entre calles Belgrano y Rivadavia, y de norte a sur entre Crespo y Humberto Primo, hoy, Hipólito Yrigoyen. Otra documentación fundamental para reconocer ese barrio, es la fotografía de la cámara de Pedro Tapa, primer fotógrafo de la ciudad, son las distintas tomas de la Plaza de las Carretas. Por ejemplo, la que muestra una caravana con cargamento de vino llegado desde Mendoza, La calle Humberto Primo, con la estación francesa del Ferrocarril a las Colonias, hoy, terminal de Omnibus, Durante la gobernación de Nicasio Oronio, cuando ya los signos de modernización eran más notorios, la Plaza de las Carretas fue denominada Plaza El Progreso. Por diez años tuvo la dimensión de dos manzanas, más tarde se redujo a una. La Plaza España tiene ya esa denominación desde mil novecientos por ordenanza municipal. Hay dos signos emblemáticos que la hacen reconocible. Uno es el obelisco incorporado al celebrarse el cuarto centenario del descubrimiento de América, en mil novecientos noventa y dos, y el otro es una caja armónica para retretas Con ejecución musical por la banda de policía. En mil ochocientos sesenta y seis se le abarcó dos manzanas, y recibió el nombre de Plaza El Progreso. Diez años más tarde se redujo a una. Quedando delimitada por las calles San Luis, gobernador Crespo, Rivadavia e Hipólito Yrigoyen. En mil novecientos adquirió en forma definitiva la denominación de Plaza España. Con los años fue sufriendo distintas reformas, le han trazado diagonales, plantado especies vegetales traídas de otros países como Roble europeo, Siprés, Palmas de Senegal, gomeros, entre otros. En mil novecientos noventa y cuatro, se le agregó el obelisco en conmemoración al descubrimiento de América.

Cuando termines de disfrutar de este espacio, te invitamos a trasladarte a otra plaza de la ciudad, la Plaza Constituyentes. Vamos a ir de un espacio que fue escenario de las funciones a otro que se inauguró en mil novecientos once, como un espacio para recordarlas. Para llegar, seguí por Rivadavia, hacia el norte, hasta calle Junín. Dobla a la izquierda y recorriendo seis cuadras llegarás. Una vez allí, pasa a la siguiente vista.

Estamos entre las calles Santiago del Estero, cuatro de enero, Junín y Urquiza. Durante mucho tiempo, esta plaza se la conoció con la denominación de Plaza del Cementerio. Porque se tenía una equivocada idea de que en ese lugar existió un camposanto. La manzana fue adquirida a principios del siglo veinte, durante el gobierno del doctor Ignacio Crespo y la intendencia del doctor Edmundo Rosas. Desde mil ochocientos ochenta y nueve, Los vecinos empezaron a denominarla como Plaza Constituyentes. En homenaje al Congreso realizado en nuestra ciudad, y que redactó la constitución de mil ochocientos cincuenta y tres. Y precisamente ese fue el nombre que se respetó al empezar a delinearla formalmente en mil novecientos once. En esta plaza puede leerse el preámbulo de la constitución, hay mástiles. Una fuente de agua y un monolito que rinde honor a los dos diputados de Mendoza, quienes fueron Agustín Delgado y Martín Zapata.

Este espacio verde también fue un importante lugar de socialización. Prueba de ello es la caja armónica, que fue construida gracias a los fondos juntados por los vecinos. Las plazas que contaban con caja armónica estaban musicalizadas y eran el disfrute del Paseo de los vecinos. En esa caja armónica actuó en reiteradas oportunidades la banda municipal.

Desde la década del veinte se le hicieron varias reformas. Y recién en mil novecientos veinticuatro se quitó el alambrado perimetral, convirtiéndola en un paseo frecuentado. En esta época se va conformando también el paisaje a su alrededor, con la construcción del colegio Nuestra Señora del Calvario, la iglesia de los padres Agustino Recoletos, en mil novecientos treinta y nueve. El mercado norte, en mil novecientos veintiocho, y viviendas particulares. En la actualidad posee una importante arboleda y se ha colocado un monolito en conmemoración de la constitución de mil novecientos noventa y cuatro.

Además de espacio recreativo para los vecinos, esta plaza fue escenario de diversos acontecimientos. En una oportunidad se dirigieron a los presentes en el lugar Arturo Frondizi y Ricardo Balbín. Como integrantes de la fórmula presidencial. También se realizaron aquí actos partidarios y actos estudiantiles, como los que se llevaron a cabo durante el debate por la educación laica o libre. Estos hechos hacen que este espacio urbano mantenga relaciones con la constitución tangibles e intangibles. Por un lado las placas y los monolitos. Por el otro, los actos de la sociedad civil que concretan las formas de gobierno, representativa republicana y federal sancionadas en nuestra constitución nacional.

Cuando termines de disfrutar la plaza, Te invitamos a que vayas por calle Santiago del Estero hasta calle nueve de Julio, y dobles hacia el norte, hasta llegar al Boulevard Pellegrini. Cruzando la calle encontrarás el rectorado de la Universidad Nacional del Litoral.

Llegamos al último punto de nuestro recorrido, a la Universidad Nacional del Litoral y su facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. El paraninfo, las oficinas y las aulas de este edificio histórico fueron sede de dos convenciones constituyentes, la de 1957 y la de 1994. Aquí también se realizó la reunión reformadora de la Constitución Provincial en 1962.

A principios del año 1957. La convocatoria a Reforma la realiza un gobierno de facto, autodenominado Revolución Libertadora. El cual había derrocado al gobierno de Juan Domingo Perón dos años antes. En cambio, el llamado en 1994 a la última reforma de la carta Magna hasta el momento, se apoya un poco más de diez años de continuidad democrática. Que alejadas ya las expresiones militares comienzan a plantear nuevos desafíos y problemáticas todavía vigentes. Santa Fe fue elegida con el objetivo que sea asiento de la Convención Constituyente, argumentando en favor del derecho histórico de la voluntad de la ciudad por haber sido escenario de todos los tratados y pactos que condujeron a la organización definitiva del país.

La importancia del evento democrático llevó a que se realicen distintas reformas en espacios que se convertirán en escenarios de esta convocatoria. Entre los mayores cambios se modifica la fachada del rectorado, agregando rampas de acceso vehicular. Y se diseña y concreta un patio en la parte posterior del paraninfo, en el espacio que media entre el rectorado y la facultad. Además, allí se dispone de cocina, bar y comedor con sus dependencias auxiliares, para comodidad de los convencionales, y personas encargadas de tareas en la asamblea. La disposición del paraninfo también sufre modificaciones. Su platea y sus dos graderías laterales, orientadas de norte a sur, se suprimen mientras sesiona a la asamblea. Y se decide construir un entarimado orientado de este a oeste, que cubre el actual patio. Sobre la gradería oeste, se instala el estrado presidencial, y desde allí, en un plano ascendente sobre la Platea y la gradería este, se ubican las bancas de los convencionales, en el lado norte del paraninfo, donde actualmente está el escenario.

Además, se construye un palco bajo. Para autoridades públicas y dos palcos altos para periodistas, con una capacidad aproximada de ciento veinte personas. En el lado sur se hace un pequeño palco, donde se instalaron las cámaras de televisión, y otro palco más asignado a la barra, donde se ubicó el público. Otros recintos del rectorado se instala un sistema especial de comunicaciones para facilitar los contactos telefónicos, tanto de los convencionales como de los periodistas. Por otro lado, se realiza un refuerzo de LT10 radio de la universidad para adecuarla a la transmisión de las sesiones que se realizarán por intermedio de la misma cadena, por LRA radio nacional y la red oficial de radio emisoras.

Cambiando de tema y yendo a la historia y los orígenes de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, las mismas se remontan al siglo diecinueve, cuando en 1869 dieron los primeros estudios de derecho en Santa Fe en las aulas mayores de los hermanos Jesuitas, iniciándose así un proceso que culminó con la creación de la provincia de Santa Fe y en ella, entre otras, el nacimiento de la facultad de derecho en 1889. Como parte del histórico proceso de cambio universitario, conocido como Reforma Universitaria de 1918. Comienza a gestarse en la Universidad de Santa Fe, el movimiento social y estudiantil, que reclama la urgencia y necesidad de dar nacimiento la Universidad Nacional del Litoral. Y así, el 27 de septiembre de 1919, es sancionada la ley 10.861, que fuera promulgada en octubre de 1919 por el presidente Yrigoyen. Es precisamente en esta ley que se reconoce como parte fundante de la Universidad Nacional del Litoral, entre otras, a la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales.

Regida por los principios de la Reforma Universitaria de 1918, la facultad mantiene en la actualidad el cogobierno, la gratuidad, respeto a la libertad de cátedra y la vocación de extensión universitaria. La facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Es un espacio de formación de hombres y mujeres destacados. Del constitucionalismo argentino. Además, en su biblioteca se aloja la colección bibliográfica donada por los de 1957, lo cual es un punto de gran relevancia para mantener vivo el espíritu de los constituyentes. Y de nuestra carta Magna.

A lo largo de los años en las sucesivas reformas que se realizaron a la ley de leyes en nuestra ciudad, fueron muchos los derechos que se han obtenido para todos los argentinos. Entre los más importantes podemos destacar los que se produjeron durante 1949 y 1994, siendo estos, los derechos de los trabajadores, los derechos de la familia, de la ancianidad, de la educación y la cultura. La protección estatal para la ciencia y el arte, la enseñanza primaria obligatoria y gratuita, además de la igualdad de hombres y mujeres en las relaciones familiares. La autonomía universitaria, la función social de la propiedad, la elección por voto directo para diputados, senadores y presidente. Y la reelección inmediata del presidente en la Reforma de 1949. La Reforma de 1994, por su parte, incorporó a la constitución el derecho internacional en materia de derechos humanos y sistemas de atenuación del presidencialismo. Como el consejo de la magistratura, el jefe de gabinete y las reglas para decreto leyes. También son muy importantes la introducción en constitución de normas para impedir los golpes de estado, los derechos ambientales del consumidor, a la información y la acción colectiva y al amparo. La elección de Presidente mediante voto directo y con Balotage, la posibilidad de traslado de la capital de la República y la autonomía de la ciudad de Buenos Aires.

Hasta aquí llegamos en este recorrido.
Te invitamos a seguir conociendo a través de los demás paseos turísticos de la ciudad. Recorre nuestras calles y se parte de nuestra historia.