Turismo en la Ciudad de Santa Fe - Paseo Boulevard

paseo boulevard

Introducción

Durante el Paseo podrás conocer los puntos más importantes de un lugar de esparcimiento por excelencia de los santafesinos. Además, te vamos a contar historia de la estación Belgrano, de la hermosa casa de la cultura, de la feria del Sol y de la Luna y de nuestro entrañable puente colgante. Preparate para vivir Santa Fe capital.

Estamos en el hermoso Boulevard Gálvez, símbolo santafesino de nocturnidad y de recreación. Uno de los puntos de acceso a la ciudad que da muestra de una arquitectura única. ¿Los recorremos juntos? Este es el corazón del barrio Candioti, pero es un emblema de la modernización de la ciudad a fines del siglo diecinueve y comienzos del veinte. De una población que se urbanizaba mirando hacia las metrópolis europeas. Con su nombre, honra al ex gobernador José Gálvez. Quien estuvo al frente de la provincia entre mil ochocientos ochenta y seis y mil ochocientos noventa, período en que se construyó el paseo. Durante la recorrida vas a disfrutar de plazas, palacetes de estilo europeo, fachadas con diversos estilos arquitectónicos, amplias veredas arboladas e importantes edificios que son testimonio de ese crecimiento.

El Boulevard fue tomado desde su construcción como un espacio social para mostrar y mirar el estatus de las familias santafesinas. También se desarrollaron en esta arteria fiestas populares como los carnavales. Todavía hoy sigue siendo un espacio de recorrida de los santafesinos, sobre todo para los paseos de fin de semana, donde se disfruta la feria del sol y la luna. El mercado progreso y el cantero central con sus hermosas arboledas para sentarse y contemplar.

¿Hacemos un poco de historia? Boulevard fue construido entre mil ochocientos ochenta y siete y mil ochocientos ochenta y nueve. Los terrenos en que se construyó eran conocidos con el nombre de la Chacarita o paraje los seivos. Habían sido propiedades de los padres jesuitas, y en el año mil ochocientos ochenta y siete, luego de sucesivas ventas, las tierras pertenecían a dos propietarios, la franja norte a Ignacio Crespo y el sector sur a Marcial Candioti. En mil ochocientos ochenta y nueve, luego de la aprobación municipal del trazado del Boulevard, ambos propietarios cedieron los terrenos e iniciaron la subdivisión de las tierras con la venta a particulares. El proyecto final de la obra contaba con quince cuadras de largo y finalizaba en el Parque Oroño. En mil novecientos veintiocho se construye la pergola frente a la estación Belgrano.

Pero esto no es todo. Además, vas a encontrar bares, cafés y restó, ya que Barrio Candioti es hoy un polo gastronómico de la ciudad. El paseo empieza en la Plaza Porredón. Cuando llegues ahí, pasa a la próxima vista.

Ahora estamos en la Plaza Poirredón. Esta plaza contiene una historia bastante particular. Acá antes funcionaba un horno de ladrillos que cerró por falta de tierra. Entonces, en el lugar se formó un lago donde la gente pescaba y las lavanderas fregaban la ropa. Por este motivo se la llamó la Plaza del Lago o el laguito. En mil novecientos diez se la denominó Plaza Pueyrredón. Los desbordes que ocurrían por falta de desagüe motivaron que el lago se rellenara, y con sucesivas obras, la plaza fue tomando su fisonomía actual.

Sobre el lago primero se construyó un puente de cemento con una gruta, el lago, la gruta, el puente y una gran variedad de árboles que habitaban allí le daban al lugar una ambientación muy particular. También en mil novecientos quince se erigió una estatua del mítico dios Romano del Vino Baco, que aún puede apreciarse en el centro de la plaza.

El dios baco realizado en material reconstituido, reemplazado en los años treinta, en el centro de la plaza, fue víctima en reiteradas ocasiones de actos de vandalismo. La obra, además de haber perdido sus brazos, Fue literalmente partida en dos, dejando en el pedestal los miembros inferiores separados del Tronco. El cual fue reinstalado en su lugar original mediante la utilización de pernos y adhesivos especiales. Y se reconstruyeron los brazos, siguiendo los escasos archivos fotográficos existentes de la obra en su estado original.

Las otras dos imágenes corresponden a las fuentes de la plaza. Las obras escultóricas representan el sol ubicada sobre Boulevard y Sarmiento, la cual ya no existe, y la Luna, sobre Boulevard y Alberdi. Ambas imágenes, debido a los elementos que la componen, dieron nombre a la famosa feria de artesanías que se realiza en la plaza. Estas imágenes de fundición provienen de Francia.

En mil novecientos cuarenta y uno se instalaron fuentes luminosas con estatuas de bronce traídas de Francia, una al este que representa el amanecer y otra al oeste, que representa el atardecer. Sucesivas reformas ejecutadas a lo largo de los años terminan de delinear la actual fisonomía de la plaza.

En este lugar, todos los fines de semana se realiza la Feria del Sol y la Luna, un encuentro de artesanos de la ciudad y la región que se realiza desde mil novecientos setenta y ocho. Al comienzo, la feria funcionaba durante el día, y se la denominó Feria del Sol. Por las condiciones climáticas de la ciudad en el verano, se cambió el horario y al nombre se le agregó y de la luna.

La feria con el transcurso de los años fue creciendo en número de expositores, así como en sus aspectos organizativos. En mil novecientos noventa y dos se sancionó la ordenanza de su creación oficial y en mil novecientos noventa y cinco, por resolución municipal se acordó la cobertura del gasto del consumo eléctrico de la feria por parte del municipio. En dos mil ocho se creó el reglamento interno de la feria, y en dos mil dieciocho fue declarada Patrimonio cultural y turístico de la ciudad.

Además de su funcionamiento, los sábados y domingos cuenta con dos ferias nacionales anuales, y las tradicionales semana santa y navideña. Cuando termines de recorrer la plaza, cruza calle Balcarce. A mitad de cuadra está el mercado progreso. Cuando estés en la puerta, pasa a la siguiente parada en este recorrido.

Estamos frente al Mercado Progreso. Fue construido en los terrenos cedidos por Luis Coll, en mil novecientos veintidós. En esta época se construyeron también el mercado norte, ubicado en Urquiza y Santiago del Estero, en mil novecientos veintiocho y el mercado central, San Jerónimo y Mendoza, también en mil novecientos veintiocho.

La ciudad tiene una larga historia de ferias y mercados que congregan una enorme afluencia de venta y público. En ello circulaba el sistema de abastecimiento de alimentos del grueso de la población. El lugar contaba con dos ingresos, el principal sobre Balcarce y el secundario sobre calle y Ituzaingó. Allí funcionó el mercado Progreso hasta principios de la década del sesenta. En mil novecientos sesenta y uno, la municipalidad se apropia de los bienes y a partir de ese momento se le dio distintos usos. Desde hace algunos años se comenzó con su puesta en valor. Con la restitución de sus balcones, ornamentos y su estructura de apoyo interna. La recuperación de su fachada funcionó como anexo articulador entre la Plaza Pueyrredón y la nave central del edificio.

Todos los sábados en sus instalaciones funciona una feria alimentaria, que de alguna manera recupera parte de su historia. Además, el lugar funciona como polo cultural de la ciudad. Es un espacio escogido por los artistas locales, para recitales, festivales y otros eventos que se realizan en la ciudad. Aquí también está el museo de la ciudad. Que tiene como objetivo referenciar las prácticas culturales de los santafesinos.

Cuando termines de recorrer este lugar, volvé a través de la plaza hacia Boulevard. Cruza Balcarce y luego cruza Alberdi hacia el este. Seguí caminando por Boulevard al este hasta llegar a nuestra próxima parada: el museo de arte contemporáneo.

El Mac UNL es el único museo de arte contemporáneo de la ciudad y de la región. Esto lo convierte en un espacio de referencia tanto para nuevos artistas como para los ya consagrados. En el lugar funciona una sala de exposiciones, depósito de obras y salón de usos múltiples. El edificio fue construido en el año dos mil, y muestra el significado que tiene este espacio para la comunidad artística de nuestro medio. Ya que la mayoría de las obras ingresadas provienen de donaciones de artistas locales, de la zona de influencia y del resto del país.

El Mac ha redefinido los modos de circulación de las producciones ha reconfigurado la articulación entre artistas, obras y espectadores. Dando la posibilidad de que se conecten en el mismo espacio el reservorio de obras y el desarrollo y avance de proyectos y producciones de última generación. Este es un museo que alberga la propuestas, creaciones y experimentaciones más diversas, así como actividades tanto constitutivas como periféricas para la expansión de las prácticas de las artes visuales que permiten la circulación de las obras, los artistas y la comunidad.

Sigamos caminando por Boulevard Gálvez hasta la esquina de Lavalle. Cuando llegues ahí, pasa la próxima vista.

En mil novecientos nueve, Luciano Leiva, fue gobernador de la provincia entre mil ochocientos noventa y dos y mil ochocientos noventa y seis, eligió al solar de la esquina sureste de esta intersección para construir su casa particular. La vivienda, que fue construida con mezcla de influencias italianas y francesas, enseguida se configuró como un emblema del portal de la ciudad. La casona de llamativas marquesinas circulares fue ocupada poco tiempo por su propietario.

Aquí luego funcionaron las oficinas del consulado de Uruguay y del Ferrocarril. Y en mil novecientos veinticinco fue comprada por la provincia para transformarse en el edificio de la escuela número doce Luis Pasteur, que empezó a funcionar al año siguiente. El diecinueve de abril del año mil novecientos setenta y cuatro, y ante las necesidades educativas de la época, se produce la fusión de la escuela Pasteur con la escuela número quinientos setenta y seis, dando origen a la actual escuela número mil ciento noventa, cuarto centenario de Santa Fe. En homenaje a los festejos de los cuatrocientos años de la fundación de la ciudad.

En los jardines que dan a Boulevard puede contemplarse un imponente retoño del pino histórico de San Lorenzo, plantado el veintidós de septiembre del año mil novecientos cuarenta y seis. En tanto que en el fondo del terreno había un patio y una quinta, Sobre calle Lavalle había una pequeña vivienda del mayordomo, pero en la actualidad hay un cerramiento de mamparas de vidrio de la galería transversal con ampliaciones que conforman una u invertida.

Sigamos caminando hacia la costanera, cruzamos Güemes y después Boulevard. Cuando llegue frente a la Casa de la Cultura, pasa a la próxima vista.

Estamos frente a la Casa de la Cultura. Un edificio de referencia en la ciudad y patrimonio arquitectónico local. Fue construida en mil novecientos diez por Manuel Leiva, hijo del ex gobernador Luciano Leiva, como vivienda particular, y fue centro de fiestas y reuniones sociales de la clase alta de la ciudad. Luego, la casa fue adquirida por el gobernador Rodolfo Lema, quien la ocupó entre mil novecientos dieciséis y mil novecientos diecinueve, convirtiéndola en su residencia familiar. Aquella ocupación le dio el nombre al edificio de la Casa de los Gobernadores. La construcción fue diseñada y llevada adelante por el arquitecto italiano Francisco Ferrari, autor además de la obra de Casa de Gobierno. En mil novecientos veinticuatro fue comprada por la familia Molina y, por su importancia desde el año mil novecientos cuarenta y dos, pertenece al gobierno santafesino. En mil novecientos noventa y ocho fue declarada monumento histórico y cultural de la provincia.

El edificio es considerado exponente del patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad, único en su tipo. La casona tiene varias perlas arquitectónicas. El ingreso se hace por una escalinata de mármol, que es como un viaje al pasado. En su interior, uno puede subir por los escalones de madera tallada y asombrarse con los vitrales en puertas y ventanas. Como detalle, en el portón de ingreso se lee la fecha de su construcción y el anagrama con dos "L" entrelazadas de las iniciales Luciano Leiva. Además, se vislumbran varios lujos. Los azulejos y pisos de los baños, que en su mayoría conservan gran parte del material original, los lujosos esquineros de vidrio, sus preciosos pisos de teselas, que son mosaicos diminutos reconstruidos artesanalmente, y uno de sus grandes atributos, la recuperación del vitral original en el Salón Hernández. Su reconstrucción y puesta en valor fue una de las más importantes del país, y se reinauguró en dos mil diecinueve.

Para llevar adelante la obra, los restauradores tuvieron que apelar al relato de familiares y descendientes de gente que vivió en el lugar. Como así también a registros fotográficos de la época. Luciano Hernández, uno de los encargados de realizar la restauración, nos cuenta detalles de los trabajos.

La restauración de la Casa de la Cultura es un hito significativo para la ciudad de Santa Fe. Este trabajo empezó bien y terminó perfecto. Todo el mundo sintió que como suya la reconstrucción de la casa y lo del agente que venía a trabajar aquí era gente de mucho oficio. El marmolero venía y los pedazos de mármoles que estaban todos sueltos los recomponía, los unía en una sola pieza, los pulía, y no te dabas cuenta de que era un pedazo, eran cincuenta pedacitos de mármol.

Recurrimos al relato oral de parientes, que en esa época en las fotos aparecían como chiquitos jugando en el jardín. Hoy tenían noventa y pico de años, y contaban cómo era el jardín y cómo era la casa. Ese relato, la verdad que sirvió muchísimo, y de mucha gente que se acercaba con fotos para ayudar de alguna manera a reconstruir la casa de la forma que hoy se plantea. La verdad que fue una gran ayuda porque no existía documentación importante gráfica que mostrara lo que era la casa. Un tema fundamental era que no solo bastaba con reconstruir la casa, sino también mostrarla cómo era en su época brillante, en su época de esplendor. Sino que también había que hacerle las instalaciones que hoy en día se requieren. Entonces, hoy entras a la casa y te encuentras que retornaste a mil novecientos dieciocho. Pero detrás de las paredes, bajo los pisos y entre los techos, hay equipos de aire acondicionado, equipos de corrientes, instalaciones de telefonía inalámbrica que no se dejan ver, y ese fue el mayor desafío que tuvo la puesta en valor del edificio.

Nos vamos de un lugar con tanta historia y seguimos caminando hacia el este. Exactamente una cuadra. Cuando llegues a la Estación Belgrano, pasa a la próxima vista.

Estamos en la Estación Belgrano, a menos de 300 metros de la Laguna Setúbal. Esta estación fue inaugurada como terminal de la Línea Central Norte Argentino en 1928. Con la estatización de las líneas ferroviarias, pasó a formar parte del Ferrocarril Belgrano Cargas y tomó el nombre de Belgrano. A partir de 2010, después de una remodelación, la estación se convirtió en un centro de convenciones y también alberga la sede del Distrito Centro y diversos oficios y espacios municipales. En la estación, hay una sala de exposiciones y los andenes de la planta baja pueden albergar eventos con hasta 6,500 personas. Además, cuenta con una planta que incluye salas y auditorios. Sobre la entrada de la calle Dorrego se encuentra la Escuela de Idiomas del Liceo Municipal Antonio Fuentes del Arco.

Vamos a repasar la historia de este lugar. El Ferrocarril Central Norte Argentino llegó a Santa Fe a fines del siglo XIX debido a la expansión de las líneas que conectaban San Cristóbal con Santiago del Estero y Tucumán. En 1908, la compañía construyó una extensión que conectaba la ciudad, pasando por Laguna Paiva. El objetivo era tener una mayor presencia en la capital provincial y estar cerca del puerto.

La construcción del edificio de la estación comenzó en 1912 y tardó más de diez años en completarse. Esta construcción atrajo a obreros y empleados ferroviarios que comenzaron a construir sus viviendas en los alrededores, lo que contribuyó al crecimiento del Barrio Candiotti.

En 1928, con la inauguración del ala este, la estación se completó por completo. La estación se convirtió en un elemento vital en la vida de la ciudad, ya que pasaban trenes que conectaban puntos nacionales e internacionales. Un ejemplo es el "Panamericano", un servicio internacional que unía Argentina, Chile, Bolivia y Perú. También, los trenes locales a Laguna Paiva eran esenciales, con 24 salidas diarias, especialmente los conocidos como "tren obrero" y "el de las maestras". Estos trenes transportaban a obreros a los talleres en Laguna Paiva y a las maestras que trabajaban en escuelas alejadas de la ciudad.

En la década de 1930, comenzaron a circular coches motores hacia las sierras de Córdoba. El ferrocarril también conectaba Santa Fe con Chaco, Santiago del Estero, La Rioja, Tucumán, Salta y Jujuy. La estación llegó a ver trenes de diferentes categorías, como coche turista, coche pulman, coche dormitorio y coche comedor bar. Sin embargo, todo esto desapareció con la privatización y desmantelamiento del sistema ferroviario en la década de 1990.

Este edificio se convirtió en uno de los más importantes de la ciudad y, especialmente después de la nacionalización del ferrocarril, pasó a ser la principal terminal de trenes en Santa Fe. Santa Fe tenía tres estaciónes en ese momento, pero la estación francesa se desactivó, y esta estación Belgrano se convirtió en la principal cabecera para los trenes que venían desde Retiro. Esto incluía trenes de la línea Mitre y conexiones con otros ferrocarriles.

El edificio, a lo largo de los años, albergó a los trabajadores y personal ferroviario y administrativo. También fue un punto de entrada crucial para los trenes que accedían al puerto de Santa Fe. La estación tenía trenes que viajaban a múltiples destinos en el norte y noreste del país. Con el tiempo, perdió su importancia con la privatización del sistema ferroviario en la década de 1990.

Tras más de 15 años de abandono, el municipio logró, mediante un convenio con la Administración de Infraestructura Ferroviaria, recuperar la estación en 2008. Los trabajos de restauración comenzaron en 2008, y la reapertura tuvo lugar el 21 de mayo de 2010.

Una vez que hayas disfrutado de este espacio, te invitamos a continuar caminando hacia la costanera. Cuando llegues al Puente Colgante, pasa a la próxima pista.

El Puente Colgante es símbolo de la ciudad de Santa Fe, tal vez la postal más conocida de nuestra ciudad. Su construcción se dio entre los años mil novecientos veinticuatro y mil novecientos veintiocho, y el objetivo principal era contar con un viaducto para traer agua potable del río Colastiné. El puente se erige sobre la laguna y actualmente sirve para comunicar la ciudad con la Costanera Este, la Ciudad Universitaria y el barrio El Pozo, entre otros lugares en la orilla opuesta. Aunque popularmente se le conoce como el Puente Colgante, su nombre correcto es Puente Marcial Candioti, en honor a quien fue responsable del diseño de los planos. La construcción estuvo a cargo de la misma empresa francesa que construyó la Torre Eiffel en París.

En mil novecientos ochenta y tres, una crecida del río se llevó el Puente Colgante.

En septiembre de dos mil dos, el puente fue reinaugurado. Para la reconstrucción, se procuró respetar en gran parte la estructura original de la década del veinte. El nuevo puente conserva la antena oeste original, armada en el año mil novecientos veinticuatro. La nueva antena, la este, se diferencia de la antigua en que carece de remaches y, en su lugar, fue unida por soldadura. El puente mide trescientos metros de largo y cuenta con un sistema de iluminación de trescientos veinte artefactos de luces LED y ciento cuatro proyectores en las torres. Debido a sus características, fue declarado Monumento Histórico Nacional en dos mil catorce.

Junto al Puente Colgante se extiende otro puente, el Puente Oroño. Ambos puentes tenían su cabecera oeste en el Parque Oronio, del cual pocos conocen la historia. Desde principios del siglo veinte, el Parque Oronio se destacó. Se ubicaba al sur del acceso al Puente Colgante entre el Murallón de la Costa y la calle Grand Bourg, y tenía como límite sur el Club de Regatas. En ese lugar se encontraba el embarcadero donde se podía tomar la balsa que iba regularmente hacia la vecina ciudad de Paraná. En algún momento, este fue uno de los paseos obligados de cada fin de semana, uno de los más vistosos que ofrecía la ciudad.

El parque ubicado al lado del Puente Colgante y coronando el Boulevard contenía jardines y esculturas, que recibían a los caminantes que llegaban hasta ahí. Contaba con un hermoso jardín de estilo francés con una fuente, que hoy conocemos como la Fuente de la Cordialidad. La fuente fue construida por el artista Baldomero Banus en el año mil novecientos veintiocho y, aunque pasó desapercibida durante algún tiempo, lució en todo su esplendor cuando se inauguró el Parque Oronio en mil novecientos treinta y seis.

En mil novecientos sesenta y seis, una gran crecida arrasó con parte del Paseo Público, pero la fuente permaneció en su lugar. Luego, en mil novecientos setenta y ocho, se decidió trasladarla a su ubicación actual y darle el nombre de Fuente de la Cordialidad.

La creciente de mil novecientos sesenta y seis causó graves daños al parque, incluyendo el colapso del Murallón Costero y parte de la vereda. Pero lo que finalmente puso fin al parque fue el crecimiento de la ciudad. Con el aumento del parque automotor y el crecimiento de la ciudad, se hizo necesario reforzar el paso vehicular sobre la laguna. El viejo Puente Colgante comenzó a quedar pequeño, y las autoridades decidieron construir un nuevo puente llamado Gobernador Oronio, cuyos accesos se ubican donde anteriormente estaba el Parque Oronio.

Esto marca el final de nuestro recorrido.
Te invitamos a seguir explorando más de Santa Fe Capital a través de nuestros paseos. ¡Explora nuestras calles y sé parte de nuestra historia!