Museos y lugares hitóricos. Turismo en Santa Fe
Introducción al paseo
A través de este paseo, podrás aprender sobre nuestro pasado. Te contaremos la historia del Yaguarete, el Convento de San Francisco, el paso de Manuel Belgrano por esta ciudad y la historia de un general detenido a fuerza de boleadoras que vivió una historia de amor durante su detención.
Estamos en el tradicional barrio sur de Santa Fe Capital, un escenario que ha sido testigo de gran parte de la historia de nuestra ciudad. Aquí comenzó a construirse Santa Fe de la Vera Cruz cuando fue trasladada entre los años 1651 y 1660. Este barrio continúa siendo el centro político y social de la capital provincial. Te invitamos a recorrer el barrio, caminar hasta la intersección de San Martín y Tres de Febrero. Cuando estés en la esquina sureste, pasa a la próxima vista.
Estamos frente al Museo Histórico Provincial de Santa Fe, que se encuentra en un edificio que es un valioso testimonio de arquitectura civil del período colonial. Aunque sufrió algunas transformaciones en el siglo XX, los ocho cuartos que se conservan permiten observar y documentar detalles constructivos de la época.
Este lugar es conocido como la Casa Diez de Andino, la más antigua de la ciudad. Entre los primeros dueños del terreno figura Francisco de Oliver Altamirano, quien construyó la primera tira de habitaciones en 1662. En 1742, Bartolomé Diez de Andino, un comerciante exitoso, adquirió la casa en una subasta y vivió aquí con su familia. En 1767, la vivienda pasó a su hijo Manuel Ignacio Diez de Andino, quien escribió muchas de sus crónicas desde estas galerías.
A lo largo del tiempo, la casa se fragmentó debido a particiones hereditarias y en 1870, la esquina fue demolida para dar paso a un edificio de dos plantas. Sin embargo, este edificio ocultaba la construcción colonial, hasta que el sector de la casa fue expropiado como parte del plan de obras del Parque General Belgrano durante el gobierno de Manuel María de Iriondo en 1940.
En 1943, Iriondo decidió por decreto que no se demolería la estructura, y se estableció que allí se debía instalar el Museo Histórico Provincial Brigadier Estanislao López, que fue inaugurado en 1943. El museo fue creado para resaltar el lugar central de Santa Fe en la historia argentina y su importancia desde la conquista.
Para construir este patrimonio, la sociedad santafesina donó cuadros, muebles y objetos de valor. Además, se realizaron compras en anticuarios de documentos y objetos relevantes. En la década de 1970, se cambió el nombre del museo a "Brigadier Estanislao López" para destacar la figura del gobernador y el papel de la provincia en la creación de la nación.
El museo cuenta con una colección que abarca aproximadamente dos mil piezas, incluyendo pinturas, muebles, imágenes, fotografías, vestimentas y documentos históricos. El museo exhibe testimonios de la historia argentina y provincial de los siglos XVIII, XIX y XX. Algunos de los objetos personales de Estanislao López evocan el período de caudillos, las luchas entre federales y unitarios y los tratados interprovinciales que precedieron a la Constitución Nacional.
Los muros portantes de este edificio son de tierra apisonada o tapia, una técnica de construcción típica de la arquitectura colonial en Santa Fe. Los cimientos de algunos muros se reforzaron con piedra caliza extraída de las canteras de la otra orilla del río Paraná. El adobe solo se utilizó en los muros divisorios entre habitaciones sin función estructural.
Cuando termines de recorrer el museo, camina por la calle 3 de Febrero hacia el este hasta llegar a la intersección de 25 de Mayo. Allí encontrarás el Museo Etnográfico y Colonial Juan de Garay. Cuando llegues, pasa a la próxima vista.
El edificio del Museo Etnográfico y Colonial Juan de Garay pertenece al Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, creado en 1940 bajo la dirección de Agustín Zapata Gollán. El museo fue inaugurado el 25 de mayo de 1952 y, desde su creación, ha estado a cargo de los restos exhumados por Zapata Gollán en Santa Fe la Vieja en 1949.
El edificio fue diseñado por el arquitecto Carlos Galli y se organiza en áreas bien diferenciadas, destinadas a la exhibición, conservación e investigación, administración y gestión. Además, el museo cuenta con una sala de conferencias y una biblioteca especializada. El museo se dedica a la investigación y conservación de sus colecciones, ofreciendo diversas propuestas educativas. También documenta la presencia humana en la región, desde tiempos remotos hasta el contacto hispano-indígena, el ordenamiento colonial y los pueblos originarios.
Entre las piezas más valiosas se encuentra cerámica indígena de los grupos ribereños plásticos, como una figura del Yaguareté y el testamento de doña Jerónimo de Contreras, hija legítima de Juan de Garay. Disfruta la colección y, cuando termines, camina unos metros cruzando la Plaza de las Tres Culturas hasta la Iglesia de San Francisco. Luego, pasa a la próxima vista.
Estamos frente al Museo, Convento e Iglesia de San Francisco. La construcción del conjunto franciscano comenzó con un primer templo a mediados del siglo XVII, cuando la ciudad fue trasladada. En 1673, se inició la construcción del templo que aún se conserva, y se completó en 1688. A finales del siglo XIX, se realizaron modificaciones en la fachada del edificio con un estilo italiano. Entre 1949 y 1952, después de ser declarado Monumento Histórico Nacional, el arquitecto Mario Buschiazzo, basándose en la documentación gráfica, restauró el conjunto a su aspecto original.
Desde una perspectiva arquitectónica, la iglesia tiene forma de cruz latina con una sola nave y una galería en el lateral derecho. Los muros se construyeron utilizando el sistema de tapia reforzada con hiladas de piedra y sobre cimientos del mismo material, luego se revistieron con barro y cal. El techo de tejas se sostiene en horcones de madera incorporados en la tapia. El artesonado del cielo raso del templo es una obra maestra de maderas traídas desde Paraguay, como cedro, lapacho, algarrobo y quebracho colorado. Está ensamblado mediante el sistema de encastre y el coro, de estilo barroco, está sostenido por 36 ménsulas. Además, se encuentra un piano que data de 1902.
Si entras al templo, verás varias imágenes religiosas, pero una de las más notables es la imagen de la Inmaculada Concepción, ofrendada en 1642 por Jerónima de Contreras, la hija de Juan de Garay. Esta imagen tiene su propio camarín en la parte sudoeste. También encontrarás imágenes del Nazareno, donada en 1653 por la reina Mariana de Austria, y la imagen de San Benito de Palermo, el primer santo de raza negra. Otras figuras incluyen la imagen de San Francisco de Asís, el estigmatizado, traída desde el Perú en 1724, y una imagen de San Antonio de Padua, conocida como el naufragado, que fue rescatada de las aguas del río quiloazas en 1600. En el templo, también verás una urna con los restos del brigadier Estanislao López y su esposa Josefa Rodríguez del Fresno, junto a una lápida enviada por Juan Manuel de Rosas como muestra de amistad, aunque esta lápida fue dañada durante su traslado a Santa Fe.
Junto a la iglesia se encuentra el Convento de San Francisco, que incluye un patio rodeado de corredores y celdas sostenidas por impresionantes columnas talladas a mano. En la parte delantera del complejo, que solía ser las celdas de los frailes, se encuentra el museo, que fue inaugurado en junio de 1946. La principal atracción es la Sala de los Constituyentes, que evoca la sanción de la Constitución programada por el Cabildo en 1853. Aquí, se encuentran los sillones, la mesa y el mobiliario original utilizados en ese momento, así como esculturas de tamaño real de cada uno de los constituyentes que asistieron a Santa Fe. También verás valiosos elementos como cuadros, vestimentas, utensilios diarios, muebles y objetos relacionados con la orden franciscana.
Una historia peculiar se relaciona con la mesa donada por la hija de Juan de Garay, en la que se pueden ver las huellas de las garras de un tigre. Esto está relacionado con una tragedia que ocurrió en la noche de abril de 1825. Un yaguareté, un felino grande, llegó a Santa Fe debido a una gran inundación. Hambriento, se escondió en un huerto del Convento de San Francisco y causó pánico. Finalmente, fue abatido en la iglesia por soldados coloniales. Se ha mantenido una huella de su garra en la mesa donada por la hija de Juan de Garay en memoria de este evento.
Cuando termines de explorar el convento, te invitamos a caminar hasta la esquina de 9 de Julio y Amenábar. Al llegar al Convento Santo Domingo, continúa con la próxima vista.
Este conjunto arquitectónico comenzó a construirse en 1670 y es uno de los santuarios más tradicionales de la ciudad de Santa Fe. El templo ha sido reconstruido en nueve ocasiones, siendo la última y definitiva en 1890. En esa última restauración, se le otorgó el nombre de "El Vaticano de Santa Fe" debido a la participación de los pintores que decoraron el interior del templo. En su interior, podrás apreciar pinturas y medallones realizados por Juan Chingolani, quien restauró la Capilla Sixtina. Estas obras representan distintas escenas de la vida de Santo Domingo de Guzmán y otros dominicos.
Una característica única de este templo es su cúpula, que se eleva a 50 metros de altura y servía como faro o guía para los grandes barcos que ingresaban al puerto de Santa Fe. Los vitrales de la cúpula fueron donados por Rosa Galisteo de Rodríguez y representan ocho escenas de la vida de Santo Domingo de Guzmán.
¿Sabías que en 1810, el general Manuel Belgrano se alojó en este lugar durante su marcha hacia Paraguay? Ese año, el gobierno de Buenos Aires envió a Belgrano en una expedición para proteger a los pueblos y organizar una campaña en la región. Al atardecer del 1 de octubre de 1810, la expedición llegó a las costas del río Salado. Las tropas acamparon en Santo Tomé, y Belgrano cruzó el río hacia Santa Fe, donde fue recibido con entusiasmo por el Teniente Gobernador, Coronel Manuel Ruiz.
Belgrano se alojó en el Convento de Santo Domingo y envió informes al gobierno de Buenos Aires sobre su recibimiento por parte del pueblo de Santa Fe. Relató que, a pesar de la oscuridad de la noche y el barro en las calles, fue recibido con vítores y aclamaciones. Se describió como honrado con demostraciones de júbilo y respeto por parte de los santafesinos. Pasó la noche en una habitación sobre la calle Tres de Febrero, en el mismo convento. Durante su estancia, asistió diariamente a la Misa y fue agasajado por los vecinos más distinguidos en sus hogares. El pueblo santafesino, honrado con su visita, contribuyó con materiales y dinero para la expedición al Paraguay y proporcionó hombres para la batalla.
Ahora, te invitamos a caminar unas cuadras hasta la intersección de 4 de enero y General López. Cuando llegues a la Legislatura Provincial, continúa con la próxima vista.
Estamos frente al Palacio Legislativo. Antiguamente, en este terreno se emplazó la vieja aduana. Originalmente, la construcción era propiedad de don Prudencio, María Gastañuduy, quien fue pendiente gobernador de Santa Fe. En mil setecientos noventa y tres la vendió al gobierno para instalar la Tesorería, la aduana y la administración. En el siglo diecinueve se decidió demoler el oficio debido al deterioro que presentaban las instalaciones y el predio se transformó en la Plaza Pringles. El veinte de octubre de mil novecientos once, el consejo municipal dicta la ordenanza número mil ciento ochenta y cuatro, por la cual entregaba al superior gobierno de la provincia el terreno para la construcción del palacio legislativo. El entonces intendente Edmundo Rosas recomendó a los encargados de la construcción el cuidado en la conservación de las plantas y demás adornos de la plaza.
El edificio se concentra alrededor del gran hall de ingreso. Las dos cámaras, la de diputados y la de senadores, están en cada uno de sus lados. Los dos recintos de sesiones tienen un refinada tratamiento ornamental y materiales nobles. Otro detalle arquitectónico importante es el Vitro reemplazado en el hall.
Volvamos a la historia de los terrenos en donde funciona hoy la legislatura, porque fueron escenarios de un hecho muy particular. ¿Sabías que Francisco Ceballos Uno de los gauchos que respondía el brigadier López, hizo prisioneros de los santafesinos al general José María Paz, jefe supremo de los ejércitos unitarios. Y lo hizo con sus boleadoras. La historia comenzó el diez de mayo de mil ochocientos treinta y uno. El general Paz había decidido sorprender al gobierno de Santa Fe, y se movió en dirección a nuestra ciudad.
El quince de mayo de mil ochocientos treinta y uno, el general Paz ingresó a la prisión de la aduana. En ese lugar, su celda se ubicó en el segundo piso. En Abril de mil ochocientos treinta y cuatro lo visitó su madre, Tiburcia Aedo de Paz, quien llegó acompañado por la sobrina del general Margarita Esther Wild.
Previo a ese encuentro, ya existía un romance entre tío y sobrina. Desde la época en que era gobernador de Córdoba. Las dos mujeres se instalaron en nuestra ciudad y visitaban regularmente a Paz en la prisión. En agosto de ese año, Paz le propone matrimonio, Margarita, y le cuenta que estaba decidido a escaparse. Se casaron el treinta y uno de marzo de mil ochocientos treinta y cinco. Cuando López se enteró del casamiento, ya celebrado dio la orden para que se acondicionara la prisión de paz para que pudiera vivir con su flamante esposa en las instalaciones de la aduana.
Las crónicas de la época dicen que muchos santafesinos siempre vieron con simpatía la ventana del edificio de la aduana, donde se desarrolló esta historia de amor. Paz estuvo como prisionero en la aduana desde el quince de mayo de mil ochocientos treinta y uno hasta el seis de septiembre de mil ochocientos treinta y cinco. Año en el que López lo entrega a Rosas y marcha detenido a Buenos Aires. Cuatro años cuatro meses y un día duró la prisión del general José María Paz en Santa Fe, para luego ser trasladado para seguir en esa condición en Luján.
Te invitamos a que cruces calle cuatro de enero, llegues hasta el museo Rosa Galisteo de Rodríguez, y pases a la siguiente vista.
El museo provincial de Bellas Artes, Rosa Galisteo de Rodríguez, nació por iniciativa personal de un destacado Santafesino, Martín Rodríguez Galisteo. En mil novecientos dieciocho comenzó a construir el edificio que cuatro años más tarde, donó al Estado Provincial bajo dos condiciones, que su destino fuese a albergar al museo y su biblioteca, y que llevara el nombre de su madre. Además, pidió que el nuevo museo fuera destinado a alojar arte argentino y de designar él mismo su primer director. Donó también un conjunto de obras de artistas europeos del siglo diecinueve. Así fue que el veinticinco de mayo de mil novecientos veintidós se inauguró el museo provincial de Bellas Artes, Rosa Galisteo de Rodríguez, primer espacio público del arte en la ciudad de Santa Fe.
Desde sus comienzos, acá se realizaron importantes exposiciones que fueron verdaderos hitos culturales para el país, entre ellas la de Benito Quinquela Martín. En mil novecientos treinta y uno. Además, diversas figuras de la cultura de nuestro país pasaron por sus salas, entre los que se destacan Jorge Luis Borges y Manuel Mujica Laines. El museo provincial de Bellas Artes, Rosa Galistedo de Rodríguez, cuenta con más de dos mil quinientas obras que abarcan los momentos claves del arte argentino del siglo veinte.
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