Casco Histórico Ciudad de Santa Fe

paseo del casco Histórico

Introducción al Paseo

Vas a conocer el origen de Santa Fe, detalles de su traslado y la historia de la Plaza 25 de mayo y también su Cabildo. Te vas a enterar del paso por estas calles del papa Francisco y de una historia de Milagros. Preparate para vivir Santa Fe capital.

Nuestra ciudad fue fundada por Juan de Garay, el quince de noviembre de 1573. Lo hizo junto a un grupo de criollos venidos desde Asunción del Paraguay, cerca de la zona que hoy ocupa la localidad de Cayastá. En las barrancas del río Kiloazas, actualmente río San Javier.

Desde sus inicios Santa Fe de la Veracruz fue parada obligatoria y posta de caminos, terrestres y fluviales. La ciudad era el nexo entre el Paraguay, el Río de la Plata y el Perú. Más de medio siglo después, Santa Fe fue trasladada a unos ochenta kilómetros al sur de su ubicación original. Entre los años 1651 y 1660. El constante aislamiento que sufría la zona por las crecientes del río, la erosión de las barrancas y el avance de pueblos como los calchaquíes que atacaban la ciudad, fueron las principales razones de la mudanza.

Después de las exploraciones en el Río de la Plata, las primeras exploraciones, dirigidas por Solís, Magallanes, Caboto y el establecimiento del asiento de Buenos Aires, por don Pedro de Mendoza, dejó estas expediciones que casi todas fracasaban dejaron sobrevivientes que quedaban en la región, y resolvieron en un momento, reembarcarse rumbo al norte por el río Paraná, fundando Asunción en mil quinientos treinta y siete. Es desde ese núcleo poblacional que se dieron las condiciones para la fundación de Santa Fe.

Hubo un par de factores más que se sumaron a estas condiciones. Por mil quinientos setenta, se produjo el comienzo de lo que se llamó el despegue de La Plata, del Cerro Rico de Potosí. Con la producción de la Mina de Plata más grande del mundo. Había que procurar un resguardo con fronteras seguras para proteger el dineral, y asegurar considerables provisiones de alimentos para quienes trabajaban en la mina. Con lo cual había que aumentar el número de poblados a lo largo de los caminos y lograr una comunicación con el Atlántico. La capitulación que autorizaba la fundación de Santa Fe fue la dada a Ortiz de Zárate en 1569. Por el documento, Ortiz de Zarate recibía el título de adelantado y se comprometía a fundar dos ciudades. Don Juan de Garay, entonces, convocó en noviembre de 1572 a un alarde, se llamó así para reunir los recursos integrantes que acompañarían su expedición. Con el título de capitán y justicia mayor, fundó la ciudad el 15 de noviembre de 1573, acompañado por siete españoles y y un número más considerable que pasaba el medio centenar de mancebos de la tierra.

La plaza 25 de mayo es el primer punto que se estableció en la nueva ciudad. Fue primero la plaza pública, y desde este lugar se ordenó el asentamiento según las leyes de India. Las leyes de India eran un conjunto de leyes sociales, económicas y políticas que debían ser aplicadas en las Indias, que era como se llamaba a los territorios americanos en ese momento. Esas normas establecían un plano de cuadrículas, que sirvió de Padrón para adjudicar a los vecinos sus solares. Cada solar ocupaba un cuarto de manzana y era el lugar que se le asignaba a cada familia santafesina para construir su casa.

Volvamos a la fundación de nuestra querida Santa Fe. Fue durante la conformación de la nueva ciudad que las autoridades civiles y religiosas establecieron sus sedes en las cercanías de la plaza. Aún hoy, esa ubicación privilegiada se sigue respetando. La plaza fue el punto de partida de todas las ciudades españolas fundadas en Sudamérica. Desde acá, comenzaba el desplazamiento territorial, y también era la plaza donde se hacían muestras de armas y se organizaba la defensa de la ciudad. ¿Sabías que en el Río de la Plata no había ejército español apostado? Entonces, cuando había algún peligro, se convocaba a los vecinos a exponer sus armas en la plaza. Cada vez que el Cabildo lo requería, los santafesinos ofrecían para su defensa criados, aborígenes y personas esclavizadas.

La plaza también era el escenario de festejos públicos, procesiones religiosas y de pregones donde quedaban las noticias importantes. La vida social y política se sentía y giraba en torno a este espacio público central. Es por eso que aquí también se procedía al trueque y comercio de los productos que llegaban al puerto, y al oficio de las misiones. Permitiendo a los habitantes adquirir insumos que no se producían en la zona.

A principios del siglo diecinueve, la plaza era un terreno arenoso y sin vegetación que no se destacaba de las calles cercanas. Con el paso del tiempo fue sufriendo modificaciones en su diseño y en su nombre. En su origen fue denominada como Plaza Pública y más tarde Plaza Mayor. En mil ochocientos dieciséis, con motivo del Congreso de Tucumán se la llamó Plaza Independencia, y en mil ochocientos cincuenta y tres, en homenaje a la asamblea constituyente, se le cambió el nombre a la Plaza del Congreso. Hasta que en mil ochocientos ochenta y siete se la denomina definitivamente como plaza veinticinco de mayo.

La plaza nunca perdió su impronta. Aún, hoy sigue siendo un espacio central y de encuentro para las y los santafesinos, tanto para marchas y protestas, como para conmemoraciones y celebraciones. Todos los años es la sede del acto y desfiles patio por el veinticinco de mayo.

¿Alguna vez recorrieron la plaza? Seguro que sí, pero hagámoslo juntos. Dentro de los elementos actuales se pueden observar el monumento a los constituyentes, inaugurado en mil novecientos noventa y nueve. Es una réplica de la pirámide de mayo, y en cada una de sus caras posee placas de bronce o mármol en conmemoración de los constituyentes y de la sanción de nuestra constitución. El monumento está escoltado por dos mástiles de cuarenta metros de altura, inaugurados el veinticinco de mayo de dos mil dieciocho con la última remodelación de la plaza. En los mismos se hizo la bandera provincial y nacional. En la plaza también se encuentran gran cantidad de especies arbóreas y dos fuentes que están ubicadas en la parte norte. Una simboliza la fauna autóctona con figuras de bronce que representan los Beauás, y la otra simboliza la flora, con representaciones en bronce de la planta Irupé.

Ahora te invitamos a que camines hasta calle tres de febrero, te pares frente a la casa de gobierno y pases a la siguiente vista.

Estamos frente a la casa de gobierno de la provincia de Santa Fe, también conocida como casa gris. Este edificio histórico ocupa uno de los terrenos más importantes de la ciudad, donde en los inicios se encontraba el Cabildo de Santa Fe, antigua sede del poder en la época colonial y donde también funcionó la jefatura de policía. En ese lugar, se realizaba el juramento del arte real durante la época colonial y se firmó la constitución nacional en mil ochocientos cincuenta y tres, sentando las bases jurídicas del estado de nuestro país, con el nombre oficial de Confederación Argentina. De ahí nace el mote de Santa Fe, cuna de la constitución.

Volviendo a la casa gris, en mil ochocientos noventa y siete, con las ideas del progreso que invadían a la sociedad santafesina, desde las Legislaturas se propuso la demolición del Cabildo para la opción de un nuevo edificio que estuviera más acorde con los tiempos que se vivían. En abril de mil novecientos ocho se adjudicaba la obra al arquitecto italiano Francisco Ferrari, iniciándose inmediatamente la demolición del antiguo Cabildo. No es menor el dato de Ferrari como responsable de esta obra, porque fue también el responsable de la actual casa de la cultura y un gran exponente de esa época cosmopolita y período liberal de la arquitectura y la sociedad santafesina.

El Cabildo tuvo una historia difícil. A lo largo del tiempo, la calidad de los materiales que se utilizaban, que era el Adobe, había escasísima piedra, y a la vez la pobreza que la ciudad tenía, que no permitía utilizar recursos para el edificio. Recién a comienzos del siglo diecinueve, exactamente en mil ochocientos nueve, se comienza a construir el edificio que vemos en numerosas fotografías y que toma una notable relevancia para la historia nacional y provincial.

La demolición se llevó a cabo en mil novecientos ocho bajo el gobierno de Pedro Echahue. La construcción del nuevo edificio de gobierno duró diez años. El diseño es una mezcla de diferentes corrientes arquitectónicas, lo que se denomina como un estilo ecléctico con predominio francés e italiano. Es similar a los Palacios franceses y eso se puede apreciar, sobre todo, en la fachada que se organiza en franjas horizontales realizadas con piedras traídas desde la Patagonia y con ejecución del ojo de buey.

La edificación posee una simetría exacta, es decir, que una mitad del edificio es exactamente igual a la otra mitad, solo que en forma opuesta. Entre los detalles, marca de esa época está en la escalera de mármol de Carrara. Sobre su descanso, podemos encontrar la antigua Campana del Cabildo, que fue tomada como prenda de Zaqueo por el ejército del general Eustaquio Díaz Vélez. En épocas de las luchas por la autonomía provincial. Esa campana hoy es un símbolo del federalismo y fue restituida a la provincia en mil novecientos ochenta y seis. Cuando se cumplía el bicentenario del nacimiento del brigadier general, Estanislao López.

La función de la campana en los cabildos era alertar a los vecinos en caso de ataques y convocar a los ciudadanos a las celebraciones que se hacían en la plaza. A los laterales del hall central hay dos patios interiores, rodeados de galerías, y en la planta alta se encuentra el salón blanco. Que está ubicado, aproximadamente, donde habría estado la sala capitular del Cabildo. Fue ahí donde los constituyentes trabajaron en la sanción de nuestra carta Magna.

De nuevo en la planta baja, en el patio del ala este, hay una fuente con el escudo de la provincia de Santa Fe en el centro. El escudo provincial tiene diecinueve estrellas, que representan los departamentos en los que está dividido el territorio Santafesino. Los gajos del laurel representan la autonomía provincial y la cinta celeste y blanca recuerdan las guerras de la nación y sus victorias. Sobre el significado de las flechas y lanza en el escudo hay cierta polémica, ya que representan la victoria del hombre blanco sobre las poblaciones indígenas.

Si recorremos la casa de gobierno vamos a ver que en los pasillos hay varios escudos provinciales que tienen dieciocho estrellas. Eso es porque fueron colocados cuando construyeron la casa gris, antes de que se agregara el departamento nueve de julio.

Salgamos de la casa gris. Cruza una diagonal hacia calle San Jerónimo, y cuando estés frente a los tribunales de Santa Fe, pasa a la siguiente vista.

Estamos frente al Palacio de justicia, conocido como los tribunales de Santa Fe. En este edificio funciona el poder judicial de la provincia, compuesto por las diferentes cámaras de apelaciones, fiscalías, defensorías y tribunales colegiados.

Este edificio comenzó a construirse en mil novecientos veintinueve, con el inicio de la demolición del edificio que estaba en la esquina sudoeste de San Jerónimo y General López. Allí funcionaron en distintos momentos la escuela de las hermanas adoratrices, la Universidad de Santa Fe y la jefatura de policía. Las obras del nuevo edificio se terminaron en mil novecientos treinta y tres.

La estructura del edificio presenta un planteo asimétrico en torno a dos ejes y se organiza como un bloque teniendo en su interior cuatro patios de luz. El eje principal del funcionamiento del edificio es de este a oeste, con el ingreso por calle San Jerónimo a través de una importante escalinata. Ya en el interior se encuentra un hall central de doble altura y escaleras semicirculares que, por su disposición, brindan una notable jerarquía al ordenamiento del ambiente, con un conjunto de tiras de oficinas pivoteando los patios internos.

Su fachada es de un estilo ecléctico sin ornamentación, finalizando en una gran cubierta de tejas planas. Cuando termines de disfrutar sus detalles arquitectónicos, sigue caminando por San Jerónimo hacia General López. Cuando llegues a la Catedral Metropolitana, pasa a la siguiente vista.

Como marcaban las leyes de Indias, la Catedral Santafesina fue erigida frente a la plaza. Fue el principal templo católico e iglesia matriz de la Arquidiócesis bajo la advocación de Todos los Santos en la primera fundación de Garay en mil quinientos setenta y tres, en lo que hoy es Cayastá. En mil seiscientos cuarenta y nueve, cuando la ciudad se terminó de trasladar, la iglesia mantuvo la misma denominación y quedó ubicada en ese lugar con una construcción muy precaria.

Con el paso de los años, los gobiernos fueron invirtiendo en mejorarla y en ampliarla. En mil ochocientos treinta y tres, durante la administración del sacerdote José Ignacio de Amenábar, se realizaron las expansiones que le dieron forma a su aspecto actual. En mil novecientos cuarenta y siete se construyeron las tres naves que se ven en la actualidad y que están separadas por dos columnas de base cuadrada, arquitectónicamente denominadas como pilastras. La nave central cuenta con dos laterales de bóvedas de aristas. Además, en su interior se destacan los muros de Adobe prensado con la técnica del encofrado en cercos de Suncho.

Las tres puertas que dan al frente son ornamentales con antiguas tachas coloniales. En el interior, se encuentra una astilla de la Veracruz, de la cual la ciudad toma su nombre. ¿Sabías que en la antigua Santa Fe los hombres de Garay encontraron una cruz de madera labrada dentro de un tronco? Lo tomaron como una señal de buen augurio de parte de Dios para el nuevo aplazamiento.

Este edificio fue declarado monumento histórico nacional en mil novecientos cuarenta y dos. Cuando termines de apreciar los detalles de la catedral, sigue caminando por la misma cuadra hacia San Martín. Vas a llegar al tradicional bar en Merengo. Cuando estés ahí, pasa a la siguiente vista.

Hay cosas que son bien santafesinas. Y una de ellas es el alfajor Santafesino. En mil ochocientos cincuenta y uno, don Hermerejildo subiría apodado Merengo, inoguró uno de los primeros boliches en Santa Fe, destinados al despacho de bebidas y a la ventas de unos apetitosos alfajores realizados por las hermanas piedra buena. Eran alfajores únicos, con una masa dulce exquisita, un apetitoso dulce de leche y cubiertos con glacé.

La popularidad del lugar creció tanto que a los dos años, en mil ochocientos cincuenta y tres, este local se convirtió en el escenario de la producción de dos elementos vecinos de relevancia nacional. Mientras en la planta baja se fabricaban los alfajores, en la planta alta de los constituyentes, Delfín Huergo, Juan María Gutiérrez y José Benjamín Gorostiaga dieron forma a nuestra constitución nacional.

Los alfajores son una marca local. Son tan tradicionales que en algunos relatos literarios se los mencionan como símbolo de la ciudad de Santa Fe. Uno de estos tantos relatos proviene del reconocido autor Santafesino Mateo Vos, en su libro Aleluyas del brigadier, el cual hace referencia a los alfajores Merengo en el contexto del nacimiento de la constitución. Transcurre ese primero de mayo de mil ochocientos cincuenta y tres, y poco a poco los convencionales cumplida su misión se alejan por los caminos fatigosos que ya hicieron, rumbo a sus provincias. Agregan a los equipajes unos alfajores merengo para que saboreen las esposas, las hijas, las novias que allá los esperan. Y llevan sin duda algo más que el recuerdo feliz de sus días en Santa Fe.

Cuando termines de disfrutar del aroma de los alfajores santafesinos, te invitamos a que cruces a la esquina sureste de San Martín y General López. Cuando estés frente a la iglesia, Nuestra Señora de los Milagros, pasa a la siguiente vista.

El nombre del templo toma como referencia el suceso milagroso ocurrido el nueve de mayo de mil seiscientos treinta y seis en Santa Fe La Vieja, actual Cayastá. El primer templo era pequeño y precario. En su interior había un cuadro de la Virgen María que había sido pintado dos años antes por el hermano Luis Berger. ¿Conoce su historia?.

Todas las mañanas, al finalizar la celebración, el sacerdote Pedro Olgueta oraba arrodillado frente al cuadro, pero ese nueve de mayo de mil seiscientos treinta y seis lo sorprendieron gotas que caían del lienzo. Creyendo que era humedad del ambiente condensada en la pintura, se acercó y descubrió que de la mitad de la imagen para arriba la pintura estaba seca, pero hacia abajo corrían hilos de agua, resultante de una gran cantidad de gotas emanadas en forma de sudor.

Siguió recorriendo con la vista hacia abajo y comprobó que el caudal ya estaba mojando los manteles del altar y el piso. Al ver el asombro del sacerdote, varias personas que aún permanecían en la iglesia se acercaron y vieron lo que estaba sucediendo. Enseguida comenzaron a embeber el agua en algodones y lienzos, mientras el número de fieles y curiosos crecía junto a la sorpresa de todos. Las campanas de la iglesia no paraban de repicar para anunciar a todo el pueblo el milagro.

También se acercaron autoridades. El vicario, subido en un banco, tocó la tela del cuadro con sus dedos para contener los hilos de agua, pero siguieron emanando evitando el contacto con la mano. Esto continuó por algo más de una hora. Con el correr de los días, a los algodones que habían absorbido el sudor del cuadro se le atribuyeron numerosas curaciones entre los pobladores que tuvieron contacto con ellos. Actualmente se conserva el acta original que narra el suceso milagroso junto con los algodones. Estos últimos se exhiben todos los años para la fiesta de la virgen.

El cuadro no fue protagonista solo de esa historia. Es el lienzo pintado en Santa Fe por el hermano Luis Berger en mil seiscientos treinta y cuatro es el más antiguo de autor conocido. El templo de esta iglesia está diseñado con una fachada de estilo barroco colonial y fue construido en forma de cruz latina con el sistema de encofrado y Tapia, propia de las construcciones originarias de Santa Fe. Esta iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional en mil novecientos cuarenta y dos. La única torre que se conserva fue terminada en el año mil setecientos cincuenta y cinco y está compuesta por columnas cuadrangulares que se encuentran rematadas por un campanario. Además, en su interior alberga también un órgano Cavaillé-Coll.

Cuando termines de disfrutar de estas dos joyas de la historia, sigue caminando por la misma cuadra hacia tres de febrero. Cuando llegues a la puerta del colegio Inmaculada, pasa a la siguiente vista.

El imponente edificio del colegio Inmaculada Concepción pertenece a la orden de los Jesuitas. El primer antecedente de la orden Jesuita en la provincia tiene lugar en la antigua Santa Fe, cuando de paso hacia Tucumán y provenientes de Brasil, permanecieron tres meses en la ciudad y comenzaron a evangelizar. En mil seiscientos diez los Jesuitas llegaron a Santa Fe y se instalaron levantando un templo y un colegio junto a la plaza principal. Aquí comenzaron a impartir la enseñanza elemental, que era la lectura y escritura, y dictaron talleres de artes y oficios, principalmente a la población originaria de la región. De esta manera, se convirtió así en el colegio más antiguo del virreinato.

Luego del traslado de la ciudad, entre mil seiscientos cincuenta y mil seiscientos sesenta, los jesuitas reconstruyeron sus instalaciones respetando el trazado original de su antiguo aplazamiento y continuaron con la labor educativa. Además, desarrollaban el oficio de las misiones, así abastecían a la comunidad Jesuita, y a los habitantes de Santa Fe con productos como la yerba mate.

En mil setecientos sesenta y siete, bajo orden real, los Jesuitas fueron expulsados de estas tierras y sus bienes confiscados por la junta de temporalidades que los transfirió a la congregación de mercedarios, a fin de que mantuvieran la educación formal en la ciudad. Durante el período que los Jesuitas estuvieron ausentes del territorio nacional, sus instalaciones fueron utilizadas por el estado que comenzaba a organizarse. Es así que en mil ochocientos cincuenta y tres, cuando Santa Fe se transforma en sede del Congreso Constituyente, varios de los constituyentes fueron alojados en las antiguas celdas jesuitas.

En mil ochocientos sesenta y dos, los Jesuitas reciben autorización para regresar a América. Y ese mismo año reabre sus puertas el colegio de la Inmaculada Concepción. A partir de allí inicia una nueva etapa de forma humanística y de estudio y desarrollo de las Ciencias. En el edificio se construyeron dormitorios para los alumnos internos, la biblioteca se abrió al público en general y se equiparon los laboratorios de física y química. En mil ochocientos sesenta y ocho, la Legislatura Provincial aprueba el proyecto que convierte al colegio en sede de las facultades mayores. Cimiento de la facultad de jurisprudencia y antecedente de la actual Universidad Nacional del Litoral.

El viejo edificio es de estilo colonial, con sus techos de tejas a dos aguas, con su huerta y su arboleda, en la que predominan los naranjos. Dio paso desde el año mil novecientos diecisiete al edificio actual de dos plantas con reminiscencias góticas. En la manzana Lindera al este comienzan en mil novecientos cuarenta y ocho las obras del Club Ateneo Inmaculada. Que tuvo la primera pileta cubierta climatizada que se construyó fuera de Buenos Aires.

En este colegio funcionó por mucho tiempo un Observatorio Meteorológico que comenzó sus registros en mil ochocientos ochenta y tres. En mil novecientos diecinueve, brindaba la hora oficial a Santa Fe y a localidades cercanas e incluso a la ciudad de Paraná.

Otro de los hechos destacados de la manzana jesuítica de Santa Fe ocurrió en mil novecientos sesenta y cuatro y en mil novecientos sesenta y cinco. Cuando el colegio recibió a un maestrillo que daba clases de lengua y literatura. Además de ser el responsable de la academia de literatura del colegio. Este maestrillo era Jorge Mario Bergoglio, el actual papa Francisco.

Por estas aulas también pasó Jorge Luis Borges. Jorge González Manent estudió teología con Bergoglio. Compartieron la docencia en el colegio y además aparecen en una foto quien ahora papa y el escritor se sacaron en este colegio.

Hasta aquí llegamos en este recorrido.
Te invitamos a seguir conociendo más de Santa Fe Capital a través de los demás paseos turísticos de la ciudad. Recorre nuestras calles y se parte de nuestra historia.