Paseo Costanera Turismo en la Ciudad de Santa Fe

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Introducción

Durante el paseo, podrás conocer a través de nuestro relato más sobre el faro, la historia del barrio Seis Jefes, los pilares de la laguna, la primera revolución criolla y la caída del Puente Colgante. Prepárate para vivir Santa Fe Capital.

Estamos en nuestra hermosa Costanera Oeste. ¿Crees que pasemos un rato por una de las postales más hermosas de la ciudad? Estamos a orillas de la preciosa laguna setúbal, espejo de agua característico y simbólico de Santa Fe Capital. A lo largo del recorrido, vamos a mostrarte cómo fue el progreso de nuestra ciudad y qué la llevó a ser una de las primeras ciudades urbanizadas del Río de la Plata durante el período colonial, pero también cómo se transformó en el centro de un área metropolitana que congrega a más de medio millón de habitantes.

El recorrido empieza en el Paseo de los Justos. Te invitamos a que te acerques hasta la avenida Almirante Brown, al 5100, y pases a la siguiente vista.

Estamos en el Paseo de los Justos entre las Naciones. Aquí rendimos homenaje a los Justos entre las Naciones, una denominación dada por el Centro Mundial de Conmemoración del Holocausto Yad Vashem, a aquellas personas no judías que salvaron vidas judías durante el Holocausto, arriesgándose sin recibir nada a cambio ni haber exigido la conversión religiosa de los rescatados. Este espacio es un homenaje a la valentía, el compromiso y la humanidad de las personas que decidieron hacer el bien y salvar vidas.

Las ayudas brindadas por los Justos Entre las Naciones han adquirido varias formas, dependiendo de los casos y las posibilidades de cada uno. Han escondido personas, han entregado documentación, a veces falsa, han brindado asistencia para la fuga y el rescate. Se ha plantado un árbol por cada uno de los treinta y cuatro Justos que se han homenajeado aquí, en representación de los más de veintiséis mil Justos, como símbolo de vida y esperanza.

Para conocer el nombre, la nacionalidad y la obra de cada uno de los Justos, escanea el código QR de cada uno. Sigamos recorriendo este conmovedor paseo hacia el sur. Cuando llegues al faro, pasa a la siguiente vista.

Estamos en El Faro de la Costanera. A diferencia de lo que varios creen, no tiene tantos años. Fue inaugurado en 1996. A pesar de que siempre tuvo un rol ornamental, la primera vez que se encendieron las luces se ajustaron para que sean intermitentes. La idea era guiar a los veleros que volvían de navegar en el norte de la laguna Setúbal. Este es un tradicional punto de encuentro de jóvenes y familias, sobre todo los fines de semana. Además, funciona como lugar de eventos y actividades al aire libre.

Estamos en la intersección de la Avenida de los Siete Jefes y Boulevard Enrique Mutis. ¿Sabes por qué se llama Avenida de los Siete Jefes?. Recuerda un acontecimiento que sucedió en el primer asentamiento de la ciudad de Santa Fe en 1580, la que hoy conocemos como Santa Fe La Vieja.

Mientras el fundador Juan de Garay se encontraba lejos, organizando la fundación de Buenos Aires, varios criollos se mostraron descontentos con los vecinos españoles que habían recibido los principales puestos políticos y las mejores parcelas para estancias. Por eso, programaron una revolución cuyas banderas eran el acceso a los derechos políticos y a la propiedad.

Estos criollos jóvenes de origen mestizo, hijos de mujeres indígenas y españoles, eran llamados también "Mancebos de la tierra", pues habían nacido en tierras americanas. Este movimiento revolucionario opositor contó con el apoyo del gobernador de la provincia del Tucumán, Gonzalo de Abreu, quien mantenía una antigua enemistad con Garay y pretendía que Santa Fe y su jurisdicción pasaran a sus dominios. Los jefes principales fueron siete. El primero de junio, luego de varios días de preparativos en reuniones secretas, tomaron el gobierno santafesino. Desalojaron por la fuerza al teniente de gobernador y a miembros del Cabildo.

La ocupación del gobierno duró solo unos días, pues dentro del mismo grupo se produjeron fuertes divisiones y traiciones que originaron una contrarrevolución leal al rey. Finalmente, algunos jefes fueron ejecutados y sus cadáveres exhibidos a las puertas de la ciudad como escarmiento. Otros huyeron hacia el Tucumán. Las autoridades legítimas fueron restituidas. Lo que se conmemora en esta denominación de una de las principales avenidas de la ciudad es el primer levantamiento criollo ante los abusos de las autoridades españolas.

Otro dato interesante es que todas las calles perpendiculares a la Avenida de los Siete Jefes llevan el nombre de un constituyente de 1853. Te invitamos a que te asomes un poquito al agua y pases a la siguiente vista.

Miremos la laguna y vamos a encontrar bloques de cemento que sobresalen del agua, y que no todos saben que son. Se trata de los pilares de la laguna. Hasta finales del siglo diecinueve, toda esta zona estaba despoblada. Solo había chacras y quintas en donde se cosechaban los productos que abastecían a la población que se concentraba en el sur de la ciudad. Pero, a partir de la inauguración del puerto de Ultramar y de la llegada del Ferrocarril, Santa Fe empezó a cambiar y esta zona también.

El Ramal Ferroviario justamente es protagonista de la historia de los pilares de la laguna. Por encima de ellos, se ubicaba el puente del tren, más precisamente del Ferrocarril Francés, que salía desde donde hoy se ubica la actual terminal de Ómnibus y comunicaba a la capital provincial con Colastiné y Rincón. La conexión se construyó entre 1927 y 1934, pero empezó a funcionar en 1943, cuando la empresa lo vendió al Ferrocarril Trasandino. Luego fue desmantelado y trasladado a Mendoza. Allí quedaron durante años abandonados como fieles testigos de la corriente de la laguna.

Con el paso del tiempo, el primer pilote, ubicado sobre la costanera oeste, fue usado como base para montar espacios nocturnos, según la época, denominados confitería, discoteca, boliche, etc. El primero en 1968 fue "Aix", y el último que cerró en 1995 fue "Puerto de Palos".

Sobre los pilares, en 1980, se construyó la aerosilla que llegaba a "Piedras Blancas". El proyecto fue traído a la ciudad de Santa Fe por dos empresarios, Alfredo Federico Block y Roberto Norman. La aerosilla se apoyó en los pilares y permitía recorrer los 500 metros que separan las costas. Enfrente, los usuarios podían visitar el complejo "Piedras Blancas", que en ese momento tenía construcciones de estilo alpino, lagunas con aves y un hermoso balneario para disfrutar. La mayoría de esa infraestructura fue arrasada por una crecida del río. Pero la aerosilla se pudo recuperar. En 1985, se instaló en la provincia de Córdoba, en "Los Cocos", en el complejo que está frente al laberinto.

Te invitamos a que sigas caminando hacia el sur y cruces al otro lado de la Avenida de los Siete Jefes. Cuando llegues al 4400, vas a ver la Iglesia Nuestra Señora del Huerto. Ahí pasa a la siguiente vista.

En 1947, se construyó una parroquia sobre la costanera, acompañando al crecimiento del barrio. Se trata de la Iglesia Nuestra Señora del Huerto, construida con un estilo neocolonial. Era habitual a mediados del siglo veinte que los vecinos, además de asistir a la misa los domingos, también disfrutaran los fines de semana por la tarde a las kermés organizadas por la parroquia.

Salimos de la parroquia, caminamos hacia el sur, y cruzamos calle Pedro Centeno. Hacemos un poco más de cincuenta metros, precisamente en la Avenida de los Siete Jefes 4321, y nos encontramos con un inmueble imponente: la residencia Stamati. Nos metemos un poco en su historia.

A fines del siglo diecinueve y principios del siglo veinte se consolidó este nuevo barrio, el Barrio Siete Jefes. En el lugar se asentó población dedicada en su mayoría a la actividad ferroviaria. Sus residentes aprovecharon la belleza del lugar y la acompañaron con la construcción de hermosas residencias frente a la laguna setúbal.

Fue así que a principios de la década del treinta, Don Ángel Stamati, un empresario constructor de la ciudad, edificó una residencia lejos del trajín ciudadano. Compró tres terrenos linderos ubicados sobre la costa, y juntó un grupo de colaboradores en su mayoría oriundos de Italia para diseñar su propia casa, un palacio ecléctico con clara influencia del Renacimiento italiano. En el interior se destacan sus pisos de roble de eslabones, el hogar y las escaleras construidas con mármol de Carrara, así como los vitrales y el centro de cielo raso del hall principal, que están decorados con un fresco de imágenes celestiales del destacado artista, Francisco Marinaro.

Todos esos detalles nos hablan de uno de los mayores exponentes que tiene la ciudad de una residencia propia de las familias acomodadas de los años treinta. En la actualidad, este lugar es sede de eventos sociales que se realizan durante todo el año, una modalidad que ya era habitual muchos años atrás, siendo la casa anfitriona de encuentros sociales y tertulias que convocaban a las familias y vecinos.

Volvamos a cruzar la Avenida de los Siete Jefes, recorramos la costanera conociendo más sobre la laguna y pasemos a la siguiente vista.

Este espejo de agua pertenece al Valle del Río Paraná. La cuenca tiene treinta y cinco kilómetros de longitud de norte a sur, y su superficie es de noventa y dos kilómetros cuadrados. La laguna se alimenta permanentemente de los arroyos Leyes y Potreros.

Debido a sus características, la zona fue elegida para la formación de clubes dedicados a deportes náuticos, y con el tiempo se convirtió en un escenario ideal para la práctica de deportes acuáticos, como el Kite Surf en la actualidad. Además, sus aguas son el escenario de la Maratón Santa Fe - Coronda, conocida como la maratón de aguas abiertas más linda del mundo debido a la gran cantidad de espectadores que acompañan desde las orillas y embarcaciones durante los cuarenta kilómetros, que rondan las diez horas, y todo ello acompañado de un gran folklore.

Desde hace varios años, también se disfruta mucho la orilla de enfrente. En la Costanera Este, encontramos playas, paradores, la reserva ecológica y la Ciudad Universitaria. Antiguamente, se formaban bancos de arena con vegetación típica de la región y lagunas interiores, convirtiéndose en el lugar elegido por los santafesinos para disfrutar de las tardes de verano, donde los más pequeños pescaban con sus bogueros las mojarras que luego los más grandes harían en las fritangas.

Sigamos caminando hacia el sur hasta llegar al monumento al brigadier, Estanislao López.

Aprovechemos el paisaje y trasladémonos caminando, disfrutando de este hermoso paisaje del que tanto hemos hablado, hasta llegar a la cabecera sur de la costanera. Aquí nos encontramos con el monumento al brigadier López, una obra del artista Juan Carlos Oliva Navarro. Se puede apreciar que el caballo del brigadier tiene las cuatro patas asentadas en el suelo, indicando que no murió ni en batalla ni a causa de heridas de guerra. Los demás objetos representados señalan elementos importantes de la época, como el trabajo representado por los bueyes, los gauchos como símbolo de patriotismo y lucha, el comercio y, por supuesto, la primera Constitución en forma de una mujer en la parte posterior del monumento.

Pero, ¿quién fue el brigadier López?. Etanislao López nació en Santa Fe en 1786. Comenzó su carrera militar a los catorce años cuando se unió a la tropa que Santa Fe proporcionó al general Manuel Belgrano para su expedición al Paraguay. En 1818, se convirtió en gobernador interino de la provincia y, al año siguiente, fue elegido gobernador, gobernando durante veinte años. Durante su tiempo en el cargo, trabajó en la organización de la provincia a través de un estatuto, que fue el primero de su tipo en la Confederación Argentina. López se preocupó por establecer un orden administrativo y también por la educación de las niñas y los jóvenes que habían perdido acceso a la educación después de la expulsión de los jesuitas. Fue un ferviente defensor de la organización de las provincias bajo un sistema republicano, constitucional y federal.

Combatió al partido unitario cuando intentó imponer un régimen centralista a través de constituciones de ese carácter y fue exitoso en varias batallas. López compartió el ideario del general San Martín y ofreció su apoyo militar a San Martín en cartas, incluso cuando San Martín regresó por última vez a Buenos Aires después de abandonar la lucha en Perú debido a la falta de colaboración del gobierno de la Confederación Argentina.

Ahora te invitamos a conocer más sobre la historia de otro emblema de Santa Fe, el Puente Colgante.

El Puente Colgante es símbolo de la ciudad de Santa Fe, tal vez la postal más conocida de nuestra ciudad. Su construcción se dio entre los años mil novecientos veinticuatro y mil novecientos veintiocho, y el objetivo principal era contar con un viaducto para traer agua potable del río Colastiné. El puente se erige sobre la laguna y actualmente sirve para comunicar la ciudad con la Costanera Este, la Ciudad Universitaria y el barrio El Pozo, entre otros lugares en la orilla opuesta. Aunque popularmente se le conoce como el Puente Colgante, su nombre correcto es Puente Marcial Candioti, en honor a quien fue responsable del diseño de los planos. La construcción estuvo a cargo de la misma empresa francesa que construyó la Torre Eiffel en París.

En mil novecientos ochenta y tres, una crecida del río se llevó el Puente Colgante.

En septiembre de dos mil dos, el puente fue reinaugurado. Para la reconstrucción, se procuró respetar en gran parte la estructura original de la década del veinte. El nuevo puente conserva la antena oeste original, armada en el año mil novecientos veinticuatro. La nueva antena, la este, se diferencia de la antigua en que carece de remaches y, en su lugar, fue unida por soldadura. El puente mide trescientos metros de largo y cuenta con un sistema de iluminación de trescientos veinte artefactos de luces LED y ciento cuatro proyectores en las torres. Debido a sus características, fue declarado Monumento Histórico Nacional en dos mil catorce.

Junto al Puente Colgante se extiende otro puente, el Puente Oroño. Ambos puentes tenían su cabecera oeste en el Parque Oronio, del cual pocos conocen la historia. Desde principios del siglo veinte, el Parque Oronio se destacó. Se ubicaba al sur del acceso al Puente Colgante entre el Murallón de la Costa y la calle Grand Bourg, y tenía como límite sur el Club de Regatas. En ese lugar se encontraba el embarcadero donde se podía tomar la balsa que iba regularmente hacia la vecina ciudad de Paraná. En algún momento, este fue uno de los paseos obligados de cada fin de semana, uno de los más vistosos que ofrecía la ciudad.

El parque ubicado al lado del Puente Colgante y coronando el Boulevard contenía jardines y esculturas, que recibían a los caminantes que llegaban hasta ahí. Contaba con un hermoso jardín de estilo francés con una fuente, que hoy conocemos como la Fuente de la Cordialidad. La fuente fue construida por el artista Baldomero Banus en el año mil novecientos veintiocho y, aunque pasó desapercibida durante algún tiempo, lució en todo su esplendor cuando se inauguró el Parque Oronio en mil novecientos treinta y seis.

En mil novecientos sesenta y seis, una gran crecida arrasó con parte del Paseo Público, pero la fuente permaneció en su lugar. Luego, en mil novecientos setenta y ocho, se decidió trasladarla a su ubicación actual y darle el nombre de Fuente de la Cordialidad.

La creciente de mil novecientos sesenta y seis causó graves daños al parque, incluyendo el colapso del Murallón Costero y parte de la vereda. Pero lo que finalmente puso fin al parque fue el crecimiento de la ciudad. Con el aumento del parque automotor y el crecimiento de la ciudad, se hizo necesario reforzar el paso vehicular sobre la laguna. El viejo Puente Colgante comenzó a quedar pequeño, y las autoridades decidieron construir un nuevo puente llamado Gobernador Oronio, cuyos accesos se ubican donde anteriormente estaba el Parque Oronio.